viernes, 7 de junio de 2013

EL NUEVO ORDEN Y EL ÁFRICA ESPAÑOLA

REBOLLO, Eladio Antonio: Estupendos misterios de la Guinea casi española. (Editorial A.E.L. Madrid s.a. 211 páginas).
VALDIVIA, Eduardo de: Un buen oficial. (Editorial Bergua. Madrid 1935. 240 páginas y 2 hojas).

   No sólo los escritores republicanos fueron críticos con la política colonial española. Como reacción a las posturas progresistas, hay algunas novelas donde igualmente se advierte contra los defectos de la colonización aunque propugnan soluciones distintas. Los autores de soluciones autoritarias, que entonces estaban en boga en Europa, pretenden que los males de las colonias españolas se debían a una clara falta de mando decidido que impusiera unas líneas seguras de actuación y castigara errores, negligencias y corrupciones. Los autores de una y otra línea ponen el objetivo en la corrupción y en la falta de decisión. Unos culpan a la política contraria y viceversa. En el fondo, la buena vida colonial estaba basada en gran parte en la ausencia de reglas estrictas y controles rigurosos que permitía la relajación en las costumbres y en la aplicación de las normas. Guinea estaba muy lejos, las comunicaciones eran difíciles y el número de autoridades y funcionarios insuficiente. Y existía, además, una franca camaradería entre colonos y funcionarios, iguales en su condición de compatriotas expatriados, que relajaba los rigores de la ley.
   Rebollo es un autor del que desconocemos casi todo. Posiblemente fuera un funcionario que estuvo destinado en Fernando Poo y que conocía la vida en la isla. O era un nostálgico de la Dictadura de Primo de Rivera o era un partidario acérrimo de una nueva dictadura. O las dos cosas.  A principio de los años 30 del pasado siglo publicó una curiosa novela llena de ironía y de humor ácido: Estupendos misterios de la Guinea casi española. Para novelar el desastre colonial se vale de un personaje arquetípico de los vicios que quiere mostrara, Miserando Pegiguera Pastizal, un inútil y miserable funcionario que, como castigo a su última falta, es enviado a Guinea. Hombre arribista, aprovecha el cambio de régimen y se hace incondicional del gobernador republicano que en la novela se llama don Gustoso de la Siesta y State Quito (es decir, Gustavo de Sostoa) sobre el que el autor carga con dureza poniéndolo a la cabeza de la gestión del desastre y de la llegada de pistoleros, inútiles y delincuentes al gobierno colonial.  De la Siesta, hombre ajeno al mundo colonial, se abstrae en su residencia de Basilé y delega en el incompetente Pegiguera el gobierno. Dice el autor: La ley, está probado hasta la saciedad, es un instrumento agresivo cuando así conviene a los encargados de manejarla; no es nunca, en la práctica, un instrumento defensivo del individuo ni de la sociedad. Y el nuevo gobierno se empeña en la arbitrariedad porque las autoridades de Madrid no tienen ningún interés en Guinea, ni saben de la colonia ni de sus posibilidades y creen que la falta de noticias es ausencia de problemas.
   El mismo sentido satírico y mordaz es usado por Eduardo de Valdivia para hablar de Marruecos. Valdivia seguramente fue un militar que estuvo destinado en el Protectorado y reflexiona sobre sus condiciones y la política africana en su novela, publicada en 1935, Un buen oficial. Si Rebollo parece un nostálgico de la Dictadura de Primo de Rivera, Valdivia es un acérrimo partidario de una solución militar a la crisis republicana. No lo esconde y en el prólogo escribe: Frente a la realidad española hay una rebeldía que clama en nosotros: “¡No se puede continuar así!” Pero nadie hace nada, y seguimos lo mismo siempre, porque no podemos seguir peor. Vemos cómo se arman los demás países, admiramos cómo fomentan sus valores y sus riquezas, oímos como bullen sus muchedumbres a un ideal: “¡la patria!”. Y nosotros, con una mayor capacidad embrionaria, nos resignamos con nuestra suerte, cual si perteneciéramos a una raza inferior. Esa es la verdad, y nadie la ignora.
   Los dos autores siguen una manera de narra muy similar. El objetivo político se impone al literario y son dos colecciones de sucesos esporádicos unidos por el personaje y la visión del autor. Rebollo es más sarcástico y Valdivia, dentro de lo que cabe, más reflexivo. En ambos hay importantes dosis de humor e ironía. Un buen oficial no es una novela de guerra, es más bien de vida en guarnición y maniobras. Pero esas situaciones sirven para criticar la falta de organización, la improvisación y la negligencia del ejército en Marruecos. Un ejército anclado en la comodidad y el inmovilismo: El ejército estaba en manos de estos hombres, imbuidos en viejos aforismos, sin la menor idea sobre las modernas orientaciones logísticas. Unos consideraban que toda la ciencia militar consistía en hacer los saludos con la mano en la debida posición; otros, en que el capote fuera abrochado hasta la barba, y no faltaba quien le daba importancia suma a que en las formaciones siguieran la misma inclinación los fusiles En la visión del autor está el cambio que vuelva al ejército en Marruecos a las normas de disciplina, honradez, trabajo y competencia.

  Se trata de dos curiosidades literarias con una intención regeneradora pero desde posturas proclives a la dictadura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario