martes, 30 de diciembre de 2014

EL SAHARA ESPAÑOL ENMASCARADO: TRÓPICO DE AUSENCIA de ANTONIO SEGADO DEL OLMO

SEGADO DEL OLMO, Antonio: Trópico de ausencia (Editora Nacional. Madrid 1973. 219 páginas).
Segado del Olmo fue un periodista y escritor nacido en Murcia en 1943 y muerto prematuramente en 1987. Dedicado sobre todo a la radio, es autor de novelas como El palmeral (1969), La última arena (1969), La ruptura, en colaboración con Carmelo M. Lozano, (1974), Ceremonial de ahogados (1977), Largo trayecto (1977) y El día que llegó el mar (1981). Además de ensayo y cuentos.

   En 1973 publicó sui novela más celebrada, ambientada en el Sahara Español que conoció: Trópico de ausencia. Novela muy elogiada por Castillo Puche o por Joaquín Marco (ver http://www.regmurcia.com/docs/murgetana/N076/N076_007.pdf).
   Segado es minucioso en la descripción de gentes y paisajes, de ambiente y de sentimientos. Tiene algún paralelismo con los novelistas andaluces de su época, barrocos y con inquietudes sociales. La acción es débil, se recrea en la tensión del momento, en espera de un acontecimiento, que el lector va asumiendo.
   El autor esconde, bajo nombres extranjeros o supuestos, la realidad de una ciudad llamada Nûr y que bien podría ser El Aaiún, o quizá Villa Cisneros por la referencia que hace a un antiguo fuerte colonial. O una mezcla de las dos. Con ello pretende describir la vida en la misma sin que falta una crítica al hastío, aburrimiento y desazón de los europeos alejados de su ambiente vital: …cuando vino al desierto, alguien habló de su prestigio como médico en Europa; pero aquí arribó en el estado del hombre para el que la vida ha perdido todo interés, y solo se complace en lenta, no muy lentamente –una vez clausurada la posibilidad de sufrir más, ¿pero cuál era su sufrimiento?-, ir completando su proceso de abandono, de autodestrucción (página 45).  Algo muy común en la novela colonial, el cafard de los franceses. Hay una sensación de final de una etapa en los europeos y una esperanza de nueva vida en los saharauis. La novela enmascara, quizás por tratarse de la etapa final del franquismo en la que ser más explícito le hubiera impedido publicar, los últimos meses del Sahara Español en una trama de vidas privadas y situaciones típicas del ambiente colonial.

   Incide en las diferencias entre colonos y colonizados. En el sentimiento de superioridad europeo. Pero también en el cambio que se opera en la vida tradicional por influencia de los que llegaron del otro lado del mundo. Y ya vislumbra un atisbo de conflicto, como los habitantes del territorio que conocían la inquietud social: Hay peligro en todas partes. Es una revuelta lo que se está fraguando. Están aguijoneando a algunas tribus. Y sabemos que incluso en Nûr hay algunos individuos con misiones concretas que… (página 56).
   El narrador, que se coloca con cierta distancia de los hechos, sin embargo asume –por conocerlo bien- el estado de desazón de los expatriados que no encontraron un paraíso en la tierra sino una especie de purgatorio del buen sueldo: Viene uno aquí creyendo que en muy poco tiempo se va a ganar bastante dinero para regresar a Europa. Pero estás aquí, ¿y qué? Las cosas resultan muy diferentes. Es cierto que como empleado del Gobierno ganas bastante más que lo que podrías conseguir allá, pero los ahorros de un año no te dan sino para unas espléndidas vacaciones. Para regresar durante unos meses y llenarte de la vida que tanto ansías mientras andamos metidos en este agujero (página 93). Una vida provisional que se va haciendo permanente sin querer que sea definitiva. Al narrador no le gusta la aventura, no le apasiona la vida en el desierto. Es un mercenario.
   Con esta visión de desarraigo, es natural que el escritor vea en los europeos más ganas de riqueza que de ética. Parecen más auténticos los personajes indígenas, los que pertenecen a la tierra y van a continuar en ella. Los que no añoran regresar ricos para iniciar la vida que quieren y que les satisfará. En la novela hay más pesimismo que esperanza. Les salva el amor y la acción constante cuando la guerrilla se organiza y amenaza. El final de la novela se desarrolla en un fuerte aislado en el interior del desierto. El relato se hace más vivo, más emotivo. Los personajes se caracterizan mejor que en la lenta etapa de la ciudad. El libro acaba con la incertidumbre del final de una colonia imaginaria uqe se parece mucho al Sahara Español.


miércoles, 10 de diciembre de 2014

NOSTALGIAS COLONIALES (7): LA CASA DE LA PALABRA de JOSÉ ANTONIO LÓPEZ HIDALGO

LÓPEZ HIDALGO, José Antonio: La casa de la palabra (Debate. Madrid 1994. 188 páginas; Ideas. Santa Cruz de Tenerife/Las Palmas de Gran Canaria 2007. 255 páginas).
   La revista Debats, publicada por la Diputación de Valencia, ha dedicado su nº 123 a la literatura de Guinea. En este número aparece un artículo de J. F. Siale Djangany titulado “Hilvanando derechos en la literatura colonial sobre Guinea Ecuatorial”. Me llamó la atención, al leerlo, que el autor se refiriera a La casa de la palabra como ejemplo de la literatura de apología colonial. Lo mismo hizo con otra novela mía. No recordaba yo eso y volví a leer el libro de López Hidalgo. Me parece que Siale, para apoyar su victimismo colonial, coge el rábano por las hojas y hace decir a algunos autores cosas que no dicen, solo para que coincidan con la tesis prevista al escribir el artículo. Para criticar la colonización no hace falta recurrir a este método porque hay ya abundante literatura apologista y justificadora a la que se puede recurrir para subrayar argumentos y doctrinas. Los abusos coloniales (la colonización fue en sí misma un abuso en términos absolutos) deben ser criticados sin tergiversar las fuentes.

   La casa de la palabra no es una justificación de la colonización, más bien al contrario. Eso no significa que el autor no pueda colocar personajes o situaciones que representen un anacronismo y traten de explicar mentalidades pasadas. No se trata de justificar esa mentalidad, solo de reflejarla. La novela aborda formas distintas de entender el hecho. La vieja guineana que no disimula la añoranza del pasado, la joven española que busca sus raíces sin entender muy bien lo que pasa en el nuevo país, y un complejo conjunto de personajes distintos y opuestos diseminados entre los dos tiempos del libro, el pasado colonial y el presente de la época en la que el autor vivió en Guinea Ecuatorial (principios de los 90 del siglo XX). Cada uno en su esfera de mundo, en su percepción personal.  Una anciana que, frente a los problemas que ve en la sociedad que la rodea, se imagina una falsa solución en el pasado español. Y la joven cooperante, buscando su camino, de la que escribe el novelista: Carolina pensaba que se había hecho enfermera por esa estrategia supuestamente altruista de quienes se buscan a sí mismos aliviando los padecimientos de los demás, o reconociendo su propia salud en la enfermedad de los otros. De ningún modo se hubiera atrevido a identificar en su vocación una huida, la necesidad de apartarse de cierto aire de indiferencia hacia todo que se arrie4sgaba a heredar de su madre y de cuya proximidad sólo se podía escapar sabiéndose requerida por alguien que sufriera más que ella (páginas 14-15).


    En la novela los personajes tienen todos alguna deuda con el pasado o con ellos mismos. Se entrelazan en una historia de frustraciones  o de insatisfacciones. Se buscan en Basilé. Y creen que en el pasado están las claves para remontar su  estado de espíritu. Por eso la historia colonial es tan importante en el relato aunque el autor indaga más en lo íntimo que el lo histórico. Es una pena el comentario de Siale porque La casa de la palabra es una de las mejores novelas que se han escrito sobre Guinea Ecuatorial.


   Una crítica al libro puede verse en:

martes, 18 de noviembre de 2014

CUENTOS DEL MARRUECOS ESPAÑOL (2)

La presencia española en Marruecos propició que algunos autores se interesaran por los cuentos populares y las tradiciones orales marroquíes. Fruto de experiencias e investigaciones fueron algunas recopilaciones de relatos que vieron la luz en esa etapa o que, procedentes de la Zona, se publicaron con posterioridad a la independencia. Proponemos algunos ejemplos:

GARCÍA FIGUERAS, Tomás: Cuentos de Yehá (Nueva Litografía Jerezana. Jerez de la Frontera 1934. XII + 300 páginas. Dibujos de Miziano. Una edición facsímil la hizo Padilla en Sevilla en 1989; Editora Marroquí. Tetuán 1950. XIX + 274 páginas).
   García Figueras hizo esta recopilación gracias a la labor de los traductores Antonio Ortiz Ontiñolo y José Linares Rubio. La segunda edición, la de 1950, se vio notablemente aumentada llegando a los 461 cuentos sobre este personaje popular marroquí, a medio camino de la picaresca y la ingenuidad. El personaje Yehá ha sido utilizado muchas veces por autores españoles y sigue poblando las páginas web. También Guastavino Gallent recopiló sus cuentos.


G.G.B. (Guillermo Gozalbes Bustos): Cuentos marroquíes (Imprenta Vázquez. Tetuán 1945).
   El profesor Gozalbes, muy vinculado a la enseñanza en el Protectorado y en la zona norte de Marruecos tras la independencia, publicó en 1945 (posiblemente también en los primeros meses de 1946) una colección de pequeños folletos conteniendo cada uno de ellos un cuento popular ilustrado. Llevaban publicidad de caramelos Caparrós y galletas Varrobian, marcas tetuaníes, a las que luego se añadirían otras firmas. Por ello entendemos que se trataba de un obsequio al comprar productos de esas casas. Tenemos noticias ciertas de seis de esos cuentos:
1. El hijo del babuchero.
2. Aventuras de Alí en el pueblo.
3. Historia del abuelo.
4. Una aventura de Abselam.
5. La pelea.
6. La muñeca de Fátima.
   Y se anunciaba la preparación de tres más de los que no tenemos constancia: Abdelkader en la ciudad, Los dos amigos y Historia del pescador.


SÁNCHEZ PÉREZ, Juan Antonio: Cuentos árabes populares (Instituto de Estudios Africanos. Madrid 1952. 118 páginas. Ilustraciones de Córdoba).
   Este discípulo de Asín Palacios fue recopilando anécdotas y cuentos populares en su estancia en Tetuán, escuchando a contadores populares y a personas que conoció en la ciudad. Integró su trabajo con búsqueda de versiones en libros como el de su condiscípulo Maximiliano Alarcón. Y con ello completó una selección de 23 relatos a la que añadió una completa bibliografía sobre cuentos populares. El libro se publicó con dibujos de Córdoba.

GUASTAVINO GALLENT, Guillermo: La segunda salida de Yehá (Instituto General Franco. Tetuán 1954. 298 páginas).
   Otra muestra de los cuentos de Yehá.
IBN AZZUZ HAKIM, Mohamed: Cuentos populares marroquíes. I Cuentos de animales (Instituto de Estudios Africanos. Madrid 1955. 110 páginas).
   Quizás pretendió el autor hacer una obra más amplia, con una recopilación de otras materias, pero dejó como muestra este volumen.
 Mohamed Ibn Azzuz

GIL GRIMAU, Rodolfo  y  IBN AZZUZ HAKIM, Mohammed: Que por la rosa roja corrió mi sangre. Estudio y antología de la literatura oral en Marruecos (Instituto Hispáno-Árabe de Cultura. Madrid 1977. 128 páginas; Ediciones de la Torre. Madrid 1988. 228 páginas).
   Importante recopilación de 143 cuentos tradicionales de las regiones del Norte de Marruecos (Yebala y Gomara), especialmente en las ciudades de Tetuán y Xauen, recogidos por los dos autores en las voces árabes de narradores que citan al comienzo. Viene precedido de una amplia introducción de Gil Grimau que confiesa: …todas las narraciones que recogemos son extremadamente sencillas, no tienen aparato retórico y están narradas en estilo directo.


GIL GRIMAU, Rodolfo: Cuentos al sur del Mediterráneo (Ediciones de la Torre. Madrid 1987. 123 páginas. Ilustraciones de Carmen Sáez)
   Dieciséis narraciones tradicionales con las que Gil Grimau vuelve sobre el asunto.

Ilustración de Carmen Sáez
LÓPEZ ENAMORADO, María Dolores: Cuentos populares marroquíes (Aldebarán. Madrid 1999. 285 páginas. Ilustraciones de Enrique Gabriel López Viñas).
Se trata de una recopilación más actual de tradiciones orales.

Dibujo de Enrique G. López

   Desde otro punto de vista, hay autores que prefirieron antologizar escritos de escritores que narraron sobre el Protectorado Español en general, o sobre alguna de las ciudades que pertenecieron a éste. También podemos poner ejemplos:
BENNANI, Aziza: Tetuán ciudad de todos los misterios. (Granada 1992. Universidad. 235 páginas. Prólogo de Juan Goytisolo).
   La profesora de la Universidad de Rabat Aziza Bennani recopiló algunas referencias españolas sobre la ciudad de Tetuán, con una introducción y una amplia bibliografía. Los textos van desde Pedro Antonio de Alarcón hasta Vicente Aleixandre. Todos en prosa. No todo es ficción, hay artículos periodísticos, textos militares y relatos de viajes. Incluye entre los escritores españoles al argentino Roberto Arlt.

LÓPEZ ENAMORADO, María Dolores: Larache a través de los textos. Un viaje por la literatura y la historia (Junta de Andalucía. Sevilla 2004. 149 páginas y texto en árabe).
  La arabista Dolores López Enamorado redactó un recorrido extenso por la historia de Larache con textos de diferentes autores, épocas y lenguas. Así muestra la historia literarita de la ciudad, no sólo a través de obras de ficción, desde la etapa romana hasta la actualidad. Treinta y dos textos precedidos de una semblanza de cada autor enseñan el Larache escrito en prosa y en verso.

LAABI, Mohamed: Voces de Larache (Litograf. Tánger s.f. 112 páginas. Dibujos de Abdeslam Alalou e Ignacio Aguilar).
   También dedicado a Larache, en prosa y verso, en árabe y español. Va precedido por unas breves biografías de los autores.

Dibujo de Aguilar
EL HASSANE ARABI: Cuentos del Marruecos Español (Editorial Clan. Madrid 1998. 292 páginas. Prólogo de Adellatif Limani. Ilustraciones de Bertuchi).
   En esta muestra de referencias literarias a la Zona Española de Marruecos, el recopilador une cuentos con trozos de novelas, fragmentos de libros de viajes o artículos de revistas de la época.

LÓPEZ GORGÉ, Jacinto  y  CHAKOR, Mohammad: Antología de relatos marroquíes en lengua española (Colección Ibermagrib. Granada 1985. Prólogo de Antonio Gala).
LÓPEZ GORGÉ, Jacinto: Nueva antología de relatos marroquíes (Port Royal. Granada 1999. 242 páginas + 3 hojas).

   López Gorgé fue un escritor que estuvo muy vinculado a Melilla y al Protectorado y animó la vida literaria tetuaní a través de revistas como Ketama o Manantial. Como poeta dejó una obra amplia, de gran influencia marroquí. En su Nueva Antología revisa la editada anteriormente con Chakor (libro raro y de difícil búsqueda) y da paso a relatos de escritores españoles y de escritores marroquíes en lengua española.

viernes, 7 de noviembre de 2014

CUENTOS DEL MARRUECOS ESPAÑOL (1): EL JUGLAR DE LOS ZOCOS de JACOBO BENTATA, CUENTOS MARROQUÍES de RODA GARRIDO y HASSAN ESCURI, FATMA de MARTÍN DE LA ESCALERA, EL INDIANO, EL CADÍ Y LA LUNA de ISAAC BENERROCH y ZOHORA LA NEGRA de BACAICOA

BENTATA SABAH, Jacobo: El juglar de los zocos (Madrid 1930. Compañía Iberoamericana de Publicaciones. 225 páginas y 3 hojas. Ilustraciones; La Cala del Moral, Málaga 2010. Editorial Aljaima. 113 páginas)
RODA GARRIDO, Enrique de y HASSAN ESCURI, Ahmed el: Cuentos marroquíes. (Larache 1941. Gráficas Boscá. 64 páginas y texto árabe. Ilustraciones de Bertuchi).
MARTÍN DE LA ESCALERA, Carmen: Fatma. Cuentos de las mujeres marroquíes (Madrid 1945. Instituto de Estudios Políticos. Publicaciones África. 250 páginas + 2 hojas. Prólogo de Tomás García Figueras. Ilustraciones de Bertuchi).
BENARROCH PINTO, Isaac: El indiano, el kadí y la luna (Tetuán 1955. Editora Marroquí. Instituto General Franco de Investigaciones Hispano-Árabes. 200 páginas)
BACAICOA, Dora: Zohora la negra y otros cuentos. (Tetuán 1955. Colección Manantial nº 1. 101 páginas + 3 hojas. Ilustraciones de Enrique Hierro).

    Jacobo Bentata era un judío de Tánger, animador de la vida cultural de la ciudad, fundador (con Alberto España) y redactor de El Mogrebí y escritor ocasional. Había nacido en 1895 y publicó, además de sus artículos periodísticos, algún texto breve como la conferencia Tánger y la política internacional (1932). Fue delegado español en la Asamblea Legislativa de Tánger. Y presidió el Rotary tango en Tánger como en Venezuela. Tras la independencia de Marruecos, como otros muchos de la comunidad hebrea, emigró a Venezuela. En 1930 publicó en la gran editorial CIAP su libro de cuentos El juglar de los zocos, un conjunto de narraciones anecdóticas contadas con gracia en un estilo sencillo y correcto. El libro llevaba unas buenas ilustraciones, es una pena que en esa época se olvidaran los editores de los nombres de los dibujantes.
Jacobo Bentata


Ilustración del libro de Bentata
  
 La Administración del protectorado organizó un concurso de cuentos para conmemorar el Día del libro hispano-árabe de 1941. La publicación de los relatos ganadores se hizo en una edición cuidada, con los imprescindibles dibujos de Mariano Bertuchi. El texto premiado en español correspondía a Enrique de Roda y se titulaba Ahmed. El cuento árabe lo firmaba  Ahmed el Hassan Escuri y llevaba por nombre Taha. Se publicaron los dos en español y árabe. La traducción al español de Taha la hizo Carlos Quirós, director del Centro de Estudios Marroquíes.

   Ahmed es una sencilla narración acerca de un pastor marroquí. De Roda interpreta una escena de la vida rural de marruecos, tal vez escuchara esta narración a algún habitante de la zona. Hassan Escuri, sin embargo, prefiere escribir sobre la relación entre españoles y marroquíes, también en un ambiente rural del Marruecos de la época. Comienza como una fábula del valor de los libros y acaba en un canto a la rebelión militar de 1936.
Ilustración de Bertuchi para Ahmed
   Carmen Martín de la Escalera era una africanista de estirpe cuya firma era habitual en las revistas africanistas españolas de los años 40, 50 y 60 del siglo XX, también en las que editaba el Instituto de Estudios Políticos con personas como Cordero Torres, Gil Benumeya o Julio Cola Alberich. Publicó en 1956 Argelia y su destino, libro en el que analizaba la historia del país y la perspectiva que se le abría. En 1945 hizo una aptortación a la ficción con una colección de once cuentos reunidos en el libro Fatma. Era hija del ingeniero militar Federico Martín de la Escalera y de una aristócrata francesa. Estudió en colegios franceses. Habitante del Protectorado, conocedora de sus ciudades, pretendió huir de la imagen folklórica, exotista o caricaturesca de la mujer musulmana para adentrarse en la intimidad de las casas moras y tratar de comprender una manera de vida. Esta intención de objetividad nunca se consigue porque el escritor está imbuido en su formación y cultura occidental. Hay un cariño por el país, pero no deja de ser una extranjera. En este caso, a la escritora le llaman la atención algunos aspectos de la vida marroquí que son extraños –o, al menos, muy diferentes- a la española. El cuento que inicia el libro (Fatma) es un relato sobre la superstición, la magia de las adivinadoras. En El juramento, nos muestra la forma de proceder de la justicia coránica. O la minuciosa descripción de la vida doméstica en Un asunto de familia. Cuidado libro de lectura sugerente que ha pasado, como tantos otros de esta época y temática, al baúl de los recuerdos.
Dibujo de Bertuchi para Fatma

Carmen M. de la Escalera. 

   Isaac Benarroch Pinto fue un judío de Tetuán que, como tantos otros sefarditas, acabó emigrando a Venezuela. En 1951 publicó su libro El indiano, el kadí y la luna, un conjunto de tres narraciones de distinta factura. Es un libro interesante, ameno y cuya lectura nos lleva a un modo de vida perdido: el de los judíos en Marruecos.  Se compone de tres narraciones. La primera Indianos tetuaníes, es una novela breve que comienza con la llegada de los españoles a Tetuán en 1860 y termina con la emigración del protagonista a Buenos Aires. Está llena de referencias a la vida de la comunidad hebrea, a costumbres perdidas, a la añoranza sefardí por lo español y apunta al camino que sería el que tomaron muchos de los judíos marroquíes: la emigración a  América. La segunda narración, ¡Sea yo el decimoséptimo!, cambia la comunidad judía por la musulmana para narrar un cuento fantástico sobre la justicia coránica y su modo de impartirla.  Como en el cuento anterior, el autor aprovecha para dar noticias folklóricas de las costumbres religiosas de la ciudad, de las cofradías, de las peregrinaciones… Adorna el relato principal con ilustraciones costumbristas. Abusa del adjetivo, tal vez, pero mantiene un pulso de interés en la narración. El libro culmina con ¿Qué hace Dios con la luna vieja cuando sale la nueva?, una breve leyenda. Benarroch ofrece un homenaje al Marruecos antiguo, al que iba cambiando y el autor lo sabía y quería dejar testimonio incluso de lo anterior a él. Hoy el libro ofrece una lectura que va más allá de lo puramente literario. Y, en todo caso, es una sentida evocación de lo pretérito.

   Dora Bacaicoa fue una de las animadoras del ambiente literario español en Tetuán, donde ejerció de bibliotecaria en los años 40 y 50 del pasado siglo. Había nacido en Buenos Aires, niñas pasó a Madrid y enseguida a Tetuán. Estudio Magisterio y Filosofía y Letras en Granada, Universidad a la que acudían los estudiantes del Protectorado mayoritariamente. Era habitual en el suplemento Ketama de poesía y literatura que dirigía Jacinto López Gorgé, que era también el director de la colección que inaugura este libro y que se caracterizaba por el mimo de edición.
Dora Bacaicoa
   En Zohora la negra y otros cuentos la autora reúne ocho relatos bien escritos, con un lenguaje poético, y despliega su visión de las gentes de Marruecos, la vida que llevaban, las luchas femeninas en una sociedad que marginaba  a las mujeres, la ternura y la crueldad, el amor y el odio, la vida y la muerte. La autora, al contrario que muchos de los autores de la época, no impone su visión europea en la narración, pretende ser sólo una observadora de la vida del país sin introducir moral ni justicia. Está claro que cada escritor, por el solo hecho de elegir el tema, ya está imponiendo un criterio pero, en este caso, la intención no parece ser pedagógica sino simplemente realista. La autora se eleva sobre sus personajes, no los dirige.

Ilustración de Zohora la negra






miércoles, 15 de octubre de 2014

LA LITERATURA DE LOS BUBIS (1): RECUERDOS DEL ABUELO BAYEBÉ Y OTROS RELATOS BUBIS de JUSTO BOLEKIA BOLEKÁ

BOLEKIA BOLEKÁ, Justo: Recuerdos del abuelo Bayebé y otros relatos bubis (SIAL. Madrid 2014. 151 páginas + 2 hojas).
Justo Bolekia es un catedrático de la Universidad de Salamanca de origen guineano. Es un hombre culto que ha sabido conservar sus conocimientos africanos.  Lo dice: …mi despacho de profesor universitario, todo un privilegio y un gran premio para un inmigrante ya integrado, asimilado, vinculado doblemente deculturado y también obligado a vivir las desventajas del inmigrante, como visitar alguna vez que otra celdas de comisaría, ser cacheado, nadar en el asfalto de una ciudad peninsular….. (página 76). En la ironía está su ser. Y añade otra nota a su condición de escritor: Hace muchos años que presumo de ser un artista de la palabra, un manipulador del lenguaje, un maestro de la oratoria popular y no popular (p. 78). A su obra en español añade una interesante muestra de escritos en bubi que ha ido publicando en ediciones bilingües. A sus méritos puramente literarios, hay que añadir otros filológicos como su empeño en fijar las normas gramaticales y ortográficas de su idioma materno. Muestra de ello son sus libros de poesía: Löbëla (1999), Poesía en lengua bubi (2007), Las reposadas imágenes de antaño (2008) o Los callados anhelos de una vida (2012);  además de sus diccionarios y gramáticas bubis como Aprender el bubi (1999); o libros de historia tal que Aproximación a la historia de Guinea Ecuatorial (2003). Bolekia es ya una de los nombres fundamentales de la literatura de Guinea Ecuatorial.


   Recuerdos del abuelo Bayebé y otros relatos bubis es una colección de siete relatos de inspiración bubi, mezcla de presente y pasado, pero que encierran todos ellos un intento de mostrar una manera de vivir o una mentalidad propia y, a veces, incomprensible para los europeos. En ellos vuelca su visión de los bubis en diferente momentos, coloniales y actuales.




   Nos interesan los que tienen un trasfondo colonial: Recuerdos del abuelo Bayebé y El bötúkku y sastre Arataka. Hay muy pocos escritores guineanos que narren la vida colonial con conocimiento. En la época porque había una especie de censura y porque eran muy pocos los guineanos que escribían y éstos lo hacían asumiendo los paradigmas coloniales. Ahora porque la nueva generación nació en la independencia del país y sólo conocen la época anterior por lo que les cuentan los mayores. Así que los que vivieron la situación y la narran se cuentan con los dedos de la mano. Comenzó Donato N’Dongo, aunque  optó por contar las vivencias del exilio. Bolekia se centra en estos dos relatos en la vida colonial bajo el punto de vista indígena.
   Los europeos en general y los españoles en particular no entendieron a  los africanos y, salvo muy pocas excepciones de estudiosos o antropólogos, tampoco tenían interés en llegar al fondo de la manera de vida de los pueblos que colonizaban. Unos confraternizaban más y otros menos, unos ofrecían mejor trato que otros, existieron situaciones de abuso y de amistad… Sin embargo, sobre todo en el siglo XIX, los europeos despreciaban las culturas de los que denominaban salvajes y trataron de imponer, con buena o mala fe, la civilización que era, claro está, la europea. Además, los europeos no entendían culturas orales al tener la escrita como la más avanzada y segura. Fueron antropólogos, y no juristas, los que fueron desenmarañando esa manera de entender la existencia y fueron señalando que, con sus características propias, los africanos se regían por reglas consuetudinarias que los europeos rompían inmisericordemente y, muchas veces, sin necesidad ni provecho. Ahí están, por ejemplo, las obras de Malinowski o de Margaret Mead.


  La originalidad en la narrativa de Bolekia es mostrar la colonización desde el punto de vista del colonizado, aparentemente sumiso al poder colonial pero que desarrollaba una serie de mecanismos de rebeldía en su vida doméstica y en el vivir cotidiano de sus aldeas de tal manera que ni los colonos, que no se preocupaban por aprender las lenguas locales,  se enteraban. Si en Recuerdos del abuelo Bayebé es un relato intimista en la que el adulto rememora un episodio infantil que le causó una profunda impresión, El bötúkku y sastre Arataka es un divertido relato de un supuesto episodio entre el Gobernador y los aldeanos de Baney.


   Bolekia utiliza el castellano para este libro, pero sus historias no pueden escapar a frases en bubi o en pigdin english y a diálogos en los que reproduce la singular sintaxis de los malabeños, tal vez debería haber incidido más en este aspecto tan escaso en la literatura en español y que el autor domina perfectamente. Como nos ha anunciado la continuación de sus relatos, quedamos a la espera.