jueves, 27 de marzo de 2014

VISIONES FEMENINAS DEL ÁFRICA ESPAÑOLA (1): CONCHA LINARES-BECERRA Y MARÍA MERCEDES ORTOLL.

LINARES-BECERRA, Concha: Cita en el Paraíso (Editorial Juventud. Barcelona 1940. 191 páginas. Portada de Longoria; Imprenta Sáez-CLB. Madrid 1955, 159 páginas: Editorial Constancia. México 1962. 192 páginas) En ambas editoriales la novela  tuvo varias ediciones y cambiaba el diseño de la portada.
-          Muchachas sin besos (Editorial Afrodisio Aguado-CL. Colección Más allá. Madrid 1942. 267 páginas; Sociedad General Española de Librería. madrid 1942? 269 + 1;  Editorial Juventud. Buenos Aires 1946. 199 páginas; Editorial Cunillera. Colección Diorama. Madrid 1971. 340 páginas).
ORTOLL, María Mercedes: Cartas del Sahara (Editorial Juventud. Barcelona 1963. 191 páginas).
      Aunque ya dedicamos una entrada a la novela femenina sobre el África española, vamos a ampliar esta visión típicamente femenina con otras entradas. Hablar hoy de novelas femeninas y masculinas es algo irreal, pero no lo era en la España de los años 40 ó 50 del siglo pasado. Una sociedad mojigata, puritana y cerrada que reservaba a la mujer un papel determinado y que la educaba en unos valores conservadores. Había pues un tipo de literatura enraizada con esos valores y ese tipo de vida. Por un lado, las novelas de quiosco y, por otro, algunas novelas de mejor factura que estaban escritas por mujeres y alcanzaron una gran popularidad. A veces alternaban unas colecciones y otras. Aunque trataban el amor convencional, el papel de la mujer ama de casa, el matrimonio como salida en la vida para la mujer y la búsqueda de un ideal de marido, estas autoras que hoy empezamos a revisar no eran tan retrógradas como pudiera pensarse. Muy revelador es el libro de Carmen Martín Gaite Usos amorosos de la postguerra española. En general, se trata de relatos sin tragedia, de amores finalmente felices y de ilusiones cumplidas sin problemas económicos. Libros con final feliz.
   Una de las principales novelistas de éxito fue Concha Linares-Becerra (1910-2009), nacida en Madrid y que empezó a publicar con 23 años. Fue muy prolífica, aunque a partir de los años sesenta del siglo XX este tipo de literatura fue perdiendo favor popular como consecuencia del cambio sufrido en la sociedad española.
Concha Linares-Becerra
  Cita en el paraíso (1940) es una novela típica de la autora. Seres brillantes de alta sociedad, situaciones en las el único problema grave es el amor incomprendido y un escenario más o menos exótico. En este caso alterna España, recién acabada la guerra, con un Marruecos irreal lleno de los mismos españoles de la península en viaje de turismo. La verdad es que, aunque gran parte de la novela se desarrolla en una finca en los montes de Yebala, los personajes son todos españoles trasladados a una fiesta y no se puede hablar propiamente de novela colonial. 



(Edición mexicana de 1962)
   También en Muchachas sin besos (1942) hay escenas marroquíes. Esta novela sigue con la temática natural de la época y el género: la búsqueda de un buen partido (¡Qué viejos han quedado esos argumentos!). Lo hace con sentido del humor. Los dos últimos capítulos los ubica en Tánger aunque no hay mucho de vida colonial sólo el traslado, como en la novela anterior, de algunos españoles a la ciudad internacional a hacer turismo. La autora dedica su capítulo VII al bajá de la ciudad Sidi Mohamed Abdessadak, que le hizo de guía. Pero no aportad nada nuevo al conocimiento de la vida colonial ni de la ciudad.


Edición argentina
   María Mercedes Ortoll era otra de las autoras preferidas por las lectoras. Fue también muy prolífica y publicaba en las colecciones más populares. Nacida en Canarias, deambuló por la península siguiendo a su marido el militar Antonio Galindo Casellas que, como general, fue gobernador militar de Cáceres, Gran Canaria y Ceuta. En 1963 dio a la luz Cartas del Sahara. Cuando el marido era coronel mandó el tercio Don Juan de Austria, entre 1961 y 1965, en el Sahara y de ahí proviene el conocimiento que tenía la autora sobre la región y la ambientación de la novela.

Dibujo de Galindo para Cartas del Sahara

   Han pasado más de veinte años desde las novelas de Linares-Becerra ya citadas y el cambio de mentalidad se nota hasta en las escritoras más convencionales. La protagonista de Ortoll es una joven doctora en Medicina y competente profesional educada entre Madrid y Paris. Comienza una relación, al principio epistolar, con un legionario destinado en El Aaiun que le va narrando las peripecias de su vida sahariana. Por la extrañeza del destino, la autora (que puede ser que tomara algunos hechos de su experiencia personal) introduce una dosis de misterio. De la vida convencional de una familia de clase media alta, con algunos problemas de convivencia por segundos matrimonios, se pasa a un matrimonio originado en una relación epistolar. La recién casada llega a El Aaiún para conocer a su marido y le suceden unos imprevistos misteriosos que ayudan a que la lectora se enganche en el relato y tienda a identificarse con la protagonista. Es una novela trágica. Pero la autora describe algunos detalles sobre la vida, eminentemente militar, de los españoles en el Sahara en aquellos años difíciles. Es una novela atípica dentro del género cultivado por Ortoll y gana según se avanza en el relato.
El Aaiún

jueves, 13 de marzo de 2014

NOSTALGIAS COLONIALES (4): LA SOMBRA DEL EGOMBE-EGOMBE de GUDEA DE LAGASH

GUDEA DE LAGASH: La sombra del egombe-egombe (Palibrio LLC. Bloomington USA 2013. 897 páginas + 1 hoja).
   La autora de estos recuerdos voluminosos se esconde tras un seudónimo oriental, tal vez por preservar la intimidad tras unas confidencias familiares tan detalladas. Nos ofrece un libro voluminoso. No soy muy aficionado a los libros de tantas páginas. Son los que gustan ahora porque el lector se familiariza con los personajes y los hechos y le gusta continuar. Pero para escribir tanto hay que hacerlo muy bien. Contar muchas cosas manteniendo el ritmo, como Dickens, Tolstoy o Dumas. O tener una gran técnica para extender un instante como Proust o Broch. Pero no nos engañemos, Hermann Broch es un autor difícil y muy poco leído aunque haya muchos que presuman de haber disfrutado con La muerte de Virgilio. La autora nos da algunos datos sobre ella en: http://www.laisladelasorquideas.com/

   La sombra del egombe-egombe es un relato intimista, familiar y melancólico que está narrado con continuas vueltas al pasado. Comienza con la historia familiar (suponemos que todo el libro está basado en hechos reales) en la Guerra Civil. El protagonista, guardia civil, llega destinado a la Guinea Española en la página 105 y la autora se recrea en describir las situaciones coloniales, las relaciones entre los europeos y los indígenas (que así se denominaban en la época) y la manera de resolver los acontecimientos domésticos y sociales. La autora, supongo que hija de los protagonistas, escribe una historia de amor enmarcada en la Guinea continental, en bata, Evinayong, los caminos que recorrían los guardias coloniales… Pero rompe el ritmo de la historia con la transcripción de las cartas del guardia enamorado a la que será su mujer. Y añade unas notas escritas desde Ceuta en 2008 y 2009. No acaban de encajar muy bien los tres relatos, no domina el contrapunto o, simplemente, la autora quiere dejarlo así. Pero al lector le cuesta dejar la sucesión de episodios de vida colonial para adentrarse en las intimidades de unos novios y las propuestas de la autora. Tal vez lo pudo resumir o encajar de alguna manera más fácil para el lector que no es de la familia. Por eso el libro resulta tan abultado de páginas, que es el defecto que le veo la novela. Algunas páginas pueden leerse en la web: http://es.scribd.com/doc/178458999/La-Sombra-del-Egombe-egombe
Evinayong en la época colonial

   El libro está bien escrito en un lenguaje sencillo y directo. Las estampas de la vida colonial resultan muy interesante, no sólo como novela sino como documento de la sociedad guineana de los años cuarenta. Algunos episodios, como el de la isla de Annobón, sin reveladores. Y en este aspecto veo lo mejor de la novela, pero cada lector tiene su gusto y su interés.

   Por último, hay una referencia en youtube: www.youtube.com/watch?v=hXp_jK_f5N4

miércoles, 5 de marzo de 2014

RAMÓN J. SENDER Y MARRUECOS ( y 2): IMÁN.

SENDER, Ramón J.: Imán (Editorial Cénit. Madrid 1930. 272 páginas; Colección Balagué. Barcelona 1933. 112 páginas; Editorial Destino. Colección Destinolibro. Barcelona 1979 y varias ediciones posteriores. 303 páginas; Mundo Actual Ediciones. Barcelona 1982. 533 páginas; Orbis. Colección Grandes Autores Españoles del siglo XX. Barcelona 1985. 309 páginas; Círculo de Lectores con Réquiem por un campesino español. Barcelona 1928. XIX + 335 páginas; Edición de Francisco Carrasquer. Instituto de Estudios Altoaragoneses. Huesca 1992. CLXXXV + 287 páginas; Círculo de Lectores. Colección Maestros Modernos Hispánicos. Prólogo de Alejandro Gándara. Barcelona 1996. 302 páginas; Editorial Destino. Biblioteca Destino. Barcelona 1998. 315 páginas; Editorial Destino. Clásicos Contemporáneos Comentados. Prólogo de Lorenzo Silva. Barcelona 2001. LXXII + 310 páginas; Editorial Crítica. Colección Clásicos y Modernos. Barcelona 2006. 384 páginas; Editorial Destino. Booket. Barcelona 2008. 342 páginas; RBA. Colección Las Novelas de los Perdedores, con Mr. Witt en el cantón y Réquiem por un campesino español. Barcelona 2012. 596 páginas).

   Imán apareció en 1930. El autor confesaba en una Nota inicial que se trataba de la reelaboración de escritos que había empezado durante su servicio militar en Marruecos y Melilla; aunque como señala Marcelino Peñuelas, la reelaboración es muy completa y la escritura es casi nueva en su totalidad. Ya era un periodista conocido que escribía en El Sol. Llevaba muchos años escribiendo desde su Aragón natal. La experiencia marroquí lo marcaría profundamente. No participó directamente en la guerra pero tuvo que guarnecer puestos avanzados o blocaos en la campaña de recuperación del territorio. Escuchó testimonios y fue testigo de las condiciones de vida de los soldados, los desgraciados que no pudieron eludir los destinos más penosos y que procedían de las clases más humildes de la España de la época. Es un relato de una gran madurez, sorprende que sea una primera novela de un autor joven. La fuerza de la escritura de Sender y el interés por los hechos que narraba, actualidad palpitante en la época, le dieron éxito en España y provocó que se tradujera inmediatamente al inglés, alemán y francés.
Ramón J. Sender
   Sender conoció los desastres de la España del primer tercio del siglo XX, las desigualdades sociales, la miseria de las clases bajas, el hambre de campesinos y las condiciones abusivas de los trabajadores de la industria y la minería. Eso marcaría su manera de narrar. Pero su propia vida fue una sucesión de tragedias: Conoció las efectos de Annual en Marruecos, aunque él llegara después de la rota sí que palpó la opinión de la zona, vivió la tragedia de la guerra civil con episodios dolorosos como la muerte de su esposa, el alejamiento de sus hijos y su huída de España dejando el ejército republicano, en el que era oficial, en un episodio nunca aclarado del todo. Muchos años después, en 1976, el periodista Soler Serrano lo entrevistó a fondo en Televisión Española. Repasó amablemente su trayectoria literaria y parte de su vida. No se hizo referencias profundas a Marruecos ni a la Guerra Civil. El autor prefería olvidar y tenía esperanza en una nueva sociedad que acababa de dejar el franquismo. La entrevista se puede ver en la página web de TVE: http://www.rtve.es/alacarta/videos/a-fondo/ramon-sender-fondo-1976/1204959/
 1ª edición
2ª edición
   Imán es una novela símbolo porque no ofrece el testimonio personal de Sender sino que sirve de síntesis de las vivencias comunes de muchos soldados españoles en tierras marruecas. El autor, como dijimos, no conoció las cruentas escaramuzas de la campaña pero sí que estuvo en los puestos o blocaos de la reconquista del Rif. La primera parte de la novela, la acción en un campamento avanzado, es quizás la que refleja su experiencia directa y por eso cambia el sujeto narrador que unas veces es el soldado Viance y otras el sargento. Los dos puntos de vista son el mismo. Sender sorprende porque construye una novela muy madura para ser la primera, al margen de sus relatos exotistas. Crea muy bien los personajes, las situaciones y la tensión del relato hasta el final. Es una narración trágica, triste, en la que muestra la condición miserable de unos españoles a los que el destino no les va a ofrecer nada bueno nunca, desde la cuna a la tumba.




   La primera parte de la novela es la vida en una posición que, salvo algunas imprecisiones, parece ser  Igueriben. En el fondo es un lugar indeterminado que tuviera un poco de todas, un lugar del Rif de cuyo nombre no quiero acordarme. Este era el escenario de la campaña que Sender conoció de primera mano y por eso las escenas son tan reales. La vida precaria de los que carecen de casi todo, incluida el agua y la comida, y pueden morir en cualquier momento. Tres días de sed abrumadora, sin racionamientos, sin engaños. No hay agua y lo declaran sencilla y tontamente, como las sentencias de muerte. ¿Tiene usted algo que alegar? Eso es en lo civil. En lo militar antes de alegar hay que obedecer. Muérase usted primero y da un parte por escrito protestando (página 89, siempre de la edición de Francisco Carraquer de 1992). La angustia de sentirse sitiados, la falta de fe aunque sobreviva la esperanza. El hombre joven, inexperto, sometido a situaciones límites que difícilmente pueden intelectualizar. Donde el desvalido comienza el aprendizaje de la supervivencia.




   La segunda parte gira en torno al desastre de Annual. Desde la posición sitiada empiezan a comprender la magnitud de la catástrofe cuando ven la evolución de los combates. Viance, el soldado protagonista, cobra un sentido más amplio de los hechos: ¡Dios, Dios! ¿Qué habremos hecho para que nos metan en este tiberio? En España nadie sabe lo que aquí pasa (p. 99). La posición es duramente castigada hasta caer. La tensión de los momentos se palpa en la angustia de los sitiados. El conocimiento de los hechos que tiene el autor hace que la novela transcurra lentamente sin aburrir al lector porque sabe introducir nuevos elementos en la situación. Los personajes son reales, no están llenos de esa impostura que introducen muchos autores que no conocieron el lugar en la época. Sender dosifica lo que era cruel rutina, como la sed: Viance bebe por segunda vez desde hace tres días. Sed, lo que se llama sed, no la siente. El primer día no podía parar. El segundo ya casi le daba lo mismo, aunque se le aflojan a uno los huesos y salen ampollas en los labios. Después vuelve otra vez la locura de la sed y luego una modorra que hace hervir los sesos y las entrañas y que a los cinco o seis días en una tarde de este mes –julio- se lo lleva a uno rabiando como un perro (p. 109).  Los hombres se vuelven autómatas para soportar la situación: Los soldados rehúyen mirarse a la cara. Tienen un aire extraviado, febril, de locura, el gesto roto, los ojos hinchados, congestionados; los labios lívidos y costrosos. Esos hombres deshechos son la esperanza de la patria: Nosotros somos los que en la prensa y en las escuelas llaman héroes. Llevar sesos de un compañero en la alpargata, criar piojos y beber orines, eso es ser héroes (p. 113).

   El superviviente de Igueriben recorre un camino peligroso para refugiarse en Annual. No imaginaba lo que le esperaba y su castillo de asilo se derrumba como si sólo fuera una choza de paja. Inicia una segunda huida más terrible que la primera porque el soldado se da cuenta de la tragedia inmensa y de las miles de tragedias personales que el autor ejemplifica en los casos de heridos, locos, desesperados y torturados que Viance encuentra en el camino a ninguna parte, en la ilusión de alcanzar Melilla que era la única salvación. Recorre los puntos cruciales de la rota: Arruit, Nador… Sufre persecución, miedo, hambre, nuevos ataques y una captura. El soldado huye en un descuido. No hay nada bueno en la existencia del soldado, no encuentra tregua en ninguna parte.
   En la tercera parte Sender termina la campaña pero no acaban con ello las penurias de Viance. Alcanza Melilla creyendo legar a la paz, el descanso y la recompensa y sólo ve el caos y, de nuevo, la angustia. Los héroes no son héroes y el sufrimiento no tiene reconocimiento. El soldado es un número en lo más bajo de la escala. Sender fabula sobre una sociedad corrupta y frívola en medio de una sangrienta, cruel y peligrosa guerra. Cuando las cosas cambian y se llega a la victoria, el soldado comprende que el éxito no le pertenece y que debe volver a la existencia miserable en la España de los años veinte del pasado siglo.
   Imán es la novela del Desastre de Annual. Ninguna como ésta resume tan bien los hechos y los sentimientos. Por su calidad literaria y por el dibujo de los hechos históricos, debería ser lectura obligatoria en el bachillerato. Si hay que recomendar una novela colonial hispanoafricana por encima de las otras, debe ser Imán.