miércoles, 13 de agosto de 2014

LAS NOVELAS DEL DESASTRE DE ANNUAL (3): HISTORIA DEL CAUTIVO de JUAN ANTONIO GAYA NUÑO

GAYA NUÑO, Juan Antonio: Historia del cautivo (S.e. Imprenta Venecia. Mexico 1966. 280 páginas: En Obras completas Tomo I. Fundación José Antonio de Castro. Madrid 1999)
   Juan Antonio Gaya Nuño fue una persona singular, de gran cultura e inquietudes intelectuales diversas. Había nacido en el pueblo soriano de Tardelcuende en 1913. En su infancia y juventud conoció las noticias de la guerra de Marruecos y ello debió dejarle una fuerte impresión a la que daría salida en forma de relato. La Guerra Civil truncó su carrera académica y no pudo ser catedrático. Pasó por la cárcel tras haber combatido en el Ejército Republicano. Pero su vocación se encauzó dirigiendo galerías de arte, proyectos editoriales y –sobre todo- publicaciones sobre arte. Murió en Madrid en 1976. La página web de su fundación - http://www.gayanuno.es/ - ofrece más noticias sobre su vida y obra.

   También cultivó el relato y la novela, aunque no fue muy prolífico en la ficción. Pero en esta faceta resalta su Historia del cautivo, dedicada a los hechos de 1921 en el Marruecos español. La novela tuvo que ser publicada en México en 1966 para eludir la censura franquista y nunca más se reeditó hasta que se incluyó en sus obras completas de 1999.

   Se reconoce seguidor de Pérez Galdós en una manera de narrar que denomina género, el episodio nacional. Y toma la acción de Annual porque de ese año arranca toda la posterior historia de España, como reconoce en el prólogo. Ya antes Francisco Camba había tomado la idea de episodio nacional para su Annual (1946) y posteriormente lo llamaron así Fernández de la Reguera y Susana March en su El desastre de Annual (1968).
   Gaya Nuño, como ya lo hizo Sender, va a contar las peripecias de un aragonés pobre que acaba con sus huesos en el Marruecos de la guerra. Gente con pocas esperanzas en la vida y condenado a la miseria se va a topar de frente con el horror bélico y la tragedia personal de estar en el lugar equivocado en el momento preciso. La única manera de salir del pueblo que tenían en la época era cumplir el servicio militar y, en este caso, mejor le hubiera ido en el terruño.

   En 1966 la guerra de Marruecos estaba casi olvidada y si se recordaba era en publicaciones oficiales o próximas al franquismo que acentuaban la falsa visión patriótica de los hechos. Pero gaya Nuño tenía otro interés al escribir, para él los hechos supusieron el final de la Restauración y el origen del cambio brusco que fue la II República española. Era un símbolo de una manera corrupta y caduca de dirigir el país, la muestra última de la incapacidad de gobierno y de dirección social. El autor, republicano depurado, soltaba así una visión distinta de la de los vencedores. Por eso no pudo publicarse en España. Después de tantos años, y después de lo mucho que se ha escrito posteriormente sobre el tema, cabe preguntarse si leer esta novela tiene todavía el interés de la época de su publicación. Hay que concluir que sí sin reparos.
   Gaya escribe una historia bien trazada. Con muy pocas páginas liquida toda la rota de la Comandancia de Melilla, no se detiene en explicaciones extensas que son más de historia que de novela, ni compone un relato coral de muchos personajes secundario actuando todos del mismo modo, como es habitual en las novelas del ciclo de Annual. Es sobrio, pero contundente y tiene un castellano exquisito. Suficiente para volver a leer el libro.
Axdir, lugar del cautiverio
   La novela es un retablo que lleva como hilo conductor a un soldado que perteneció a la escolta del general Silvestre. Él y sus compañeros tienen la clave de la muerte del general, pero es un secreto inconfesable. Acaban prisioneros en el campo de Axdir y el autor aprovecha para relatar algunas de las maquinaciones, peripecias y políticas españolas y rifeñas. La novela cambia de orientación a lo largo de sus páginas. Comienza con una dura crítica a la política española de la época cuya conclusión fue el desastre en Marruecos. En esa censura puede parecer en ocasiones una comprensión  excesiva a la postura del “otro”. Pasar de un fuerte sentimiento de alteridad a lo contrario fue una técnica narrativa para compensar los excesos del patrioterismo. Pero en Gaya no hay tal.  En él hay más de crítica social, de dibujo de la situación vital de las clases desfavorecidas que eran las que sufrieron en carne propia el grueso de la tragedia, sin comerlo ni beberlo, sólo como soldados bisoños, mal tratados y obligados al sacrificio. Era la síntesis de lo que ocurría en la sociedad española en general. Pero además, el autor aprovecha para repasar algunas de las situaciones grotescas de lo que ocurrió en la “corte” de Abd el Krim en Axdir. La sucesión de visitas, la aparición de oportunistas internacionales a la busca de un negocio o la larga cuestión del rescate.
   En la evolución de la historia, dentro del cautiverio y con un intento de evasión, el autor cambia el objetivo y poner el acento en el esfuerzo individual, la lucha contra la adversidad y la insumisión frente al derrotismo. Un esfuerzo ímprobo, sin duda, que recuerda al Viance de Imán de Sender. La lucha por la supervivencia en situaciones límites, la angustia de desconocer lo que se desarrollaba fuera del ámbito de su encierro. Pero, frente al pesimismo o nihilismo de Sender, en el final de Historia del cautivo hay esperanza.
Libro del sargento Basallo, uno de los protagonistas reales de la novela.

   Una buena novela que en su tiempo cambió la manera de narrar los episodios marroquíes. Fue difícil de obtener en aquellos años y sigue siendo difícil porque es muy raro verla a la venta y no está en casi ninguna biblioteca pública.  Esto se ha paliado un tanto al publicarse en ya las obras completas editadas por la Fundación Castro.