La colección Los
Contemporáneos, fue una de las dedicadas a la novela corta que más
popularidad tuvo en españa. Empezó en 1909 y acabó en 1926 (en total 897
números). Como otras colecciones similares, se caracterizaba por publicar
semanalmente unas entregas coleccionables muy bien ilustradas. La lectura era
la distracción habitual de la burguesía. Fue una forma de editar común en
muchos países europeos. Era la época de las grandes revistas ilustradas y de
las colecciones literarias semanales o quincenales, y existía una nómina de
escritores de oficio que imaginaban historias, mejor o peor trazadas y
escritas, para llenar la demanda de las familias. En general eran folletos de
buena factura editorial, encuadernables,
baratos y de calidad aceptable. Los Contemporáneos aparece dos
años después que El Cuento Semanal, la otra gran colección. El escritor
Eduardo Zamacois, habitual de la segunda, es el fundador de la primera. Pero el
éxito le llegó cuando la vendió a Manuel Alhama que ya era fundador y
propietario de la revista ilustrada Alrededor del Mundo.
La colección incluyó algunas obras de teatro y traducciones de autores
extranjeros (pocas). Y, en la primera época, se acompañaban los libros de
excelentes ilustraciones. La colección pasó por diversas etapas, en las que se
fue modificando tanto el tamaño como la calidad del papel. Esta manera de
llegar al público, al que le gustaban las historias cortas pero bien trazadas
–nada de vanguardias-, moduló una manera de escribir en la que era necesario
saber contar bien los episodios para que el lector mantuviera la atención. En
fin, una buena investigación sobre la colección es la que dedicó Alberto
Sánchez Álvarez-Insúa: La colección literaria Los Contemporáneos., que se
publicó en MONTEAGUDO 3ª época, nº 12, 2007, páginas 91-120. Y que se puede
leer en: file:///C:/Users/supervisor/Downloads/Dialnet-LaColeccionLiterariaLosContemporaneos-2898801.pdf.
Claro está que esa manera de narrar, en las que los autores trataban
siempre de encontrar un argumento que no siempre llegaba de su imaginación y
debían atender a los sucesos de actualidad, tenía sus vicios. José
Díaz-Fernández publicaba una crónica titulada Literatura de guerra en el
diario Noroeste de Gijón el 17 de marzo de 1922. Escribía: Hace
pensar con detención esta literatura de la guerra que nació con los primeros
episodios de la campaña y parece prolongarse según la campaña se prolonga. Los
escritores madrileños –los de oficio, o por decirlo así, comerciantes de la
actualidad literaria- han encontrado un tema mitad folletinesco y mitad teatral
para urdir fantasías deplorables y acariciar las imaginaciones un poco ingenuas
de esos lectores de novelas baratas que se encuentran en todas las clases de
nuestra vida social… Pero lo que me
mueve a escribir esta crónica –comentario nada más- es señalar, aunque no sea
más que de pasada, algunas viciosidades de esta literatura, porque con las
letras sucede como con las bellas mujeres: han de ser utilizadas noblemente
para el placer con el fin de que no dejen nunca de ser honradas. La literatura
de esta guerra ha creado un tipo fantástico: el Terciario, dándole un carácter
romántico de que carece. Quien ha conocido muchos legionarios y los ha visto
luchar y descansar puede hablar de ellos; son los mismos soldados que nutren
las filas de otros Cuerpos, iguales en
valentía y en ideal que saben morir como cualquier otro soldado español… falso,
de toda falsedad, ese ambiente sentimental de los hospitales donde hay damitas
de ojos claros y dulces que enloquecen con los guerreros de una gesta vulgar;
falsos, de toda falsedad, esos fracasos de las vidas de unos cuantos hombres
que esconden en el anónimo su pasado de infortunio; falsas, de toda falsedad,
esas rehabilitaciones de conciencias en el fragor de la batalla.
La guerra de Marruecos dio contenido a algunas de las novelas de la
colección. Dos de ellas, Moros y Cristianos de Pedro Antonio de Alarcón
y Cuando se perdió el Regente de Vicente Diéz de Tejada, ya la comentamos en su
momento. El resto vamos a repasarlas. La campaña de 1909-13 en el Rif Oriental
sirve de escenario a las novelas de Arpe y Olmet, el primero con un relato
común en la novela legionaria de delito y huída y el segundo con una obra en la
línea patriótica. Olmet, hombre prolífico en lo literario y poco escrupuloso y exagerado
en su vida, que acabó muerto por un disparo del escritor Vidal y Planas. Olmet
ya había dedicado a Marruecos una
biografía del general Marina y el libro Catecismo de la raza.
Con distinto formato, más pequeño, y ya sin ilustraciones la colección
se hizo rentable en manos de Alhama. Nombró director a Mariano García (después
de haberlo sido Augusto Martínez Olmedilla) y redactor jefe al granadino Rodolfo
Viñas, que había sido redactor de El Sol y que es el autor de La
mujer del héroe. Es una novela legionaria, típico relato de amor
imposible y refugio en la guerra. Rafael López Rienda es un ejemplo de escritor
colonial, dentro de la escasa acepción que tiene ese término en español. En
todo caso, es un buen conocedor de lo que pasaba en Marruecos aunque casi
siempre sea un defensor de las posturas oficialistas. Soldado de Regulares en
las campañas, continuó luego como redactor de diversas publicaciones del
Protectorado, escritos de novelas, teatro y guiones cinematográficos hasta su
muerte en accidente. Tendremos que dedicarle alguna entrada más extensa. En Los
Contemporáneos publicó una obra de teatro en colaboración con Jarnés basada
en una de sus novelas y dos relatos: Tánger, pequeño Montecarlo en la
que se centraba en el juego y el comportamiento de determinados oficiales con
acceso a las cajas regimentales; y Mi legionario, en la que se asoma a
la novela legionaria con un cuento de gitanos, amor y milicia. El
naturalista y paleontólogo español, aunque se trasladara a Argentina en 1925,
Ángel Cabrera estuvo estudiando la fauna en Marruecos en distintos viajes entre
1919 y 1923 cuando trabajaba en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid. Debió
fascinarle el país y sus habitantes a los que dedicó artículos en revistas y una novela El clavo de la herradura
en la que describe la pasión irrefrenable de un cadí por una española. Novela
escrita con menos tópicos y más soltura de lo que era habitual en el género.
También es pasión lo que siente un marroquí por una monja española en Pasión
de moro de Astray Reguera, relato folletinesco de trágico final lleno de
moral estricta y poca realidad.
ARPE, C. José de: Carne
y Alma (27 de mayo de 1910. Nº 74. Ilustraciones de Cabrera).
Ilustración de Cabrera para Cuerpo y alma
ANTÓN DEL OLMET, Luis: Un
sol bárbaro, muere. (7 de julio de 1911. Nº 132. Ilustraciones de Banda).
Ilustración de Banda
VIÑAS, Rodolfo: La
mujer del héroe (20 de marzo de 1924. Nº 791).
Rodolfo Viñas
LÓPEZ RIENDA, Rafael: Tánger,
pequeño Montecarlo (22 de mayo de 1924. Nº 800).
Mi legionario (25 de septiembre de 1924. Nº 818).
Rafael López Rienda
CABRERA, Ángel: El
clavo de la herradura (29 de enero de 1925.nº 836. Ilustraciones del autor).
Ángel Cabrera
Dibujo de Cabrera para su novela.
ASTRAY REGUERA, Margarita:
Pasión de moro (26 de noviembre de 1925.nº 879).
Para terminar, Los Contemporáneos publicaron un relato que no es ficción
propiamente dicha sino más bien un reportaje costumbrista firmado por Vicente
Almela.
ALMELA MENGOT, Vicente: Una
boda en Yebala (Crónica marroquí). (19 de mayo de 1921.nº 643).