jueves, 29 de octubre de 2015

LAS NOVELAS DEL FIN DE SAHARA ESPAÑOL (4): SAHARA. LA ÚLTIMA MISIÓN de MIGUEL GILARANZ.

GILARANZ, Miguel: Sahara. La última misión (Éride ediciones. Madrid 2010. 184 páginas + 2 hojas).
  Gilaranz (Madrid 1964) es un hombre inquieto al que atraen muchas actividades diferentes. Ecologista, piloto, escritor… En la novela que comentamos conjuga dos historias diferentes y dos épocas diferentes. Por un lado, la misión de unos militares españoles en el Sahara en la etapa colonial; por el otro, la de un piloto español perteneciente a una ONG que trata de llevar, en la época actual, unas gafas a El Aaiún. Conseguir armar estos dos argumentos como dos historias dispares que confluyan en un final conjunto y sorprendente es la dificultad del relato al que se enfrenta el autor.

   Cuando se combinan estos dos argumentos puede caerse en el fallo de que los lectores se interesen solamente por uno u otro. Las peripecias de un piloto de avioneta, llena de consideraciones técnicas y detalles muy del gusto de los interesados en la aeronáutica pueden no ser del gusto de los lectores que aman las aventuras militares coloniales, y viceversa. Hay que decir, sin embargo, que la novela mantiene un ritmo y una intriga que puede servir para las dos categorías.
Dibujo del Sahara Español de Carlos Tauler
   El autor es muy minucioso en la narración de cada uno de los actos de los personajes. El lector no puede esperar una novela de trepidante acción militar. Hasta la página 100 se recreará en descripciones de técnica aérea, en costumbres del Sahara y rutinas de las patrullas de tropas nómadas. Va creando un ambiente en el que se espera el hecho determinante de la novela, pero que tarda en llegar.
Miguel Gilaranz (contraportada del libro)

   Con un final fantasioso, emotivo, donde el tiempo pasado y el actual se juntan el autor da fin a un entretenido relato.

viernes, 23 de octubre de 2015

NOVELAS DE LOS TERRITORIOS ESPAÑOLES DEL GOLFO DE GUINEA (8): EL RÍO DE UNA SOLA ORILLA de JOSÉ ANTONIO LÓPEZ HIDALGO.

LÓPEZ HIDALGO, José Antonio: El río de una sola orilla. Guinea, del crimen del río Etumbe a la independencia (Girona 2015. Cal-lígraf. 161 páginas).

   López Hidalgo ya es un veterano de la novela sobre Guinea. El 1995 publicó La casa de la palabra y ahora vuelve a Bioko, donde residió entre 1988 y 1990, con El río de una sola orilla. En 2006 ganó el premio internacional de novela Juan Rulfo con El punto se desborda, que se sitúa también en Guinea Ecuatorial pero en la época actual, sin referencias coloniales.

   En El río de una sola orilla nos presenta a un restaurador de libros que llega a Luba para cuidar la biblioteca claretiana de la localidad. Por casualidad encuentra un documento sobre un padre cuya memoria ha sido borrada y siente la curiosidad de investigar acerca de él y de los sucesos que precedieron a la independencia del país. La técnica es la clásica de una novela de este tipo. El restaurador va entrevistando a los protagonistas vivos de aquel tiempo para reconstruir los hechos ocultados. Con esta intriga nos muestra un ambiente colonial y postcolonial suficientemente dibujado como para reconocer situaciones y personas. Aparecen los viejos coloniales, en sus dos categorías. Los añorantes del paraíso perdido: El profesor pertenecía a ese grupo de españoles que insisten en que los mejores años de sus vidas fueron los transcurridos en Guinea, lo que da una idea exacta de cómo vivían los blanco en la colonia (página 33). Y los que pasaron página como algo irremediablemente ido y superado: Los españoles que vivieron allí y no han sabido pasar página huelen a agua estancada. Se pudren en sus recuerdos y cierto aire de frustración. Fueron expulsados del paraíso y no se lo perdonan ni a sí mismos. Creen que no defendieron lo suyo suficientemente, que España les abandonó. No suelen ser buena compañía (páginas 34-35), como describe uno de los personajes. El indagador se ve impotente ante un muro de silencios, olvidos, ignorancia, se topa con los descendientes de los viejos caciques coloniales que quieren impedirle seguir en su investigación por miedo a que aparezcan las verdaderas personalidades de sus parientes. Así que decide, en vez de aclarar los hechos y mostrarlos, escribir una novela donde los cuente con nombres figurados. Así, en la página 59, comienza la segunda parte del libro que es la novela del protagonista.
López Hidalgo
   La verdad es que no entiendo muy bien esta larga introducción. La segunda parte de la novela, con sustantividad propia, no la necesitaba. Es un interesante relato sobre un tema tabú en la época colonial, el canibalismo. El autor lo aborda aprovechando la figura del padre Laínez, entiende que fue un tema exagerado a propósito o por desconocimiento y desmitifica la secta bwetí. Y tras ello hay algo que ahora parece evidente para los que nos interesamos por la colonia de Guinea: el profundo desconocimiento que los españoles tenían del mundo africano. Es posible que a la mayor parte de los funcionarios, militares, empleados y plantadores que fueron al territorio las cuestiones de antropología, historia o etnología no le importaban nada. Pero bien pudieron las autoridades hacer un esfuerzo mayor en esos campos que hubiera llevado a un mejor conocimiento de la población indígena, a la mejora de las políticas coloniales y del trato y a la superación de algunas cuestiones de convivencia. Posiblemente el indígena guineano tampoco entendía al blanco pero ellos no se movieron de su tierra.

   López Hidalgo ofrece una interpretación sugestiva sobre las sectas secretas indígenas. Amparándose en una ficción, desentraña algunas cuestiones desmitificando la importancia que dicen que llegó a tener, la crueldad de sus métodos y la creencia de que la antropofagia estaba muy extendida. Quizás la secta bwetí, y otras similares, no fuera más que un juego. Nunca se sabrá del todo. A lo mejor fue utilizado por los servicios coloniales para someter aún más a los guineanos. Ya decimos que los españoles dieron poca importancia a la antropología. Las referencias a esta práctica en la época colonial son escasas, a pesar de que los franceses ya hablaban de ella en el siglo XIX (desde Chaillu en 1863). En la década de los cuarenta del siglo XX el antropólogo González de Pablo publicó dos artículos en Actas y Memorias de la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria (1944) y en los Cuadernos de Estudios Africanos (1946). Y el presidente del Tribunal Colonial José Antonio Moreno dio una curiosa interpretación (después de unos juicios) en la Revista de Antropología y Etnología (1949). Más tarde aparecería el estudio de Antonio de Veciana: La secta del bwiti en la Guinea Española (1958) y un amplio reportaje del periodista José Manuel Novoa: Iboga. La sociedad secreta del bueti (1998), que además realizó algunos documentales cinematográficos.


   Como resumen, El río de una sola orilla no es simplemente una novela negra, aunque esté editada en una colección de este género, sino un brillante, original y bien trazado relato de lo vivido (en parte imaginado) en el bosque de Río Muni al finalizar el periodo español. De la convivencia real (o ficticia pero posible) entre fangs, pigmeos, autoridades coloniales y claretianos.


viernes, 16 de octubre de 2015

LAS NOVELAS DE TÁNGER (2): UN LARGO SUEÑO EN TÁNGER de ANTONIO LOZANO.

LOZANO, Antonio: Un largo sueño en Tánger (Editorial Almuzara. Córdoba 2015. 172 páginas + 1 hoja).
   Los escritores nacidos en Tánger, y que se marcharon, suelen sentir una nostalgia remanente que es natural en los que tuvieron la suerte de vivir en un lugar extraordinario por el hecho de ser una ciudad internacional. Pero Antonio Lozano, que quizás también tenga esa nostalgia, también sabe que la ciudad extraordinaria estaba sustentada en muchas trampas. De estos recuerdos –reales o imaginados, ¡qué más da!- surge una novela intimista: Un largo sueño en Tánger en la que el autor aprovecha el coma de la protagonista para que los personajes que se desenvuelven a su alrededor en el hospital hablen y actúen como si no les viera, ni escuchara nada. Pero la enferma escucha y lo narra en un diálogo interior. Y así aprovecha para trazar una pintura de la sociedad de los españoles en Tánger, con todas sus miserias y sus incapacidades que sintetiza en un largo párrafo: Tienes lo que te mereces porque has preferido seguir a su lado para no perder tu vida acomodada de señora con criada, campo de golf, merienda en el salón de té Porte y playa privada. Porque has preferido ocupar tu puesto en el hipócrita y mediocre clan de burgueses advenedizos que sois los europeos de Tánger. Os creéis superiores porque os ha sido dad una vida con la que ni podríais soñar en Europa. Si vivierais allí no tendríais ni criada, ni clubes privados, y habríais de cargar vosotras mismas con el peso del cesto de la compra. Os creéis superiores porque sois europeos y ellos son marroquíes, y vivís con la estúpida convicción de que sois mil veces mejores que ellos, que ellos deben estaros agradecidos porque le dais lustre a su país con vuestra simple presencia. Os creéis gente de mucha clase pero no sois más que una antigualla caduca, pura morralla residual de la peste colonial que ha podrido la vida de este pueblo y de tantos otros. Si no fuera por lo dañino que sois, daríais pena y risa (página 21). Este párrafo pronunciado por la hija de la protagonista da entrada a lo que el autor va a mostrar que es, fundamentalmente y en lo que se refiere a la vida colonial, una sociedad clasista y racista donde los europeos se impusieron sobre los marroquíes. Era la manera de llevar una buena vida. Y los marroquíes se sometieron: los marroquíes teníamos parte de la culpa de la superioridad con que nos trataban los europeos, tantos años después de la independencia. Que nuestra meta era parecernos a ellos, que buscábamos en ellos un espejo en que mirarnos (páginas 59-60). Y el despertar a una conciencia de igualdad, de poder nacional, está en la base de este relato que se desenvuelve entre conversaciones familiares. Insiste: Vivíais vosotros, españoles de Tánger, europeos de Tánger, en una telaraña tejida con mentiras en la que ejercíais ora de araña ora de insecto atrapado. Os apuntasteis por snobismo al ritual tangerino, ayudados por el marroquí, a quien la sumisión y la necesidad habían puesto a vuestros pies (página 62).

   Las situaciones, familiar y social, de la novela son tristes, a veces sórdidas, injustas. Isabel, la protagonista postrada en la cama del hospital, es una mujer maltratada que repasa su vida, sus errores, su mala suerte. Se da cuenta de que su existencia estaba basada en cimientos falsos: su matrimonio fracasado y doloroso y una sociedad artificial. De los dos planos –social y familiar- cae a la vez en una reflexión larga y profunda. Odia al marido y comprueba que la vida colonial acabada era solo un espejismo aunque la descolonización de las mentes es infinitamente más lenta que la de los Estados (página 88).
Antonio Lozano

   La esperanza que el autor vislumbra la determina la verdad de las relaciones personales, más allá de nacionalidades, raza so religiones. La verdadera amistad, cariño o amor que está ajeno al corsé de las sociedades superpuestas. La protagonista lo comprende escuchando cuando creen que no puede oír: no hay nada tan aleccionador como escuchar a alguien que te cree ausente (página 162). Por su carácter intimista, por la universalidad de los sentimientos humanos esta no es una novela sólo para amantes de Tánger. Aunque, por las condiciones específicas de la ciudad, solo podría escribirse sobre Tánger.
Tánger. Av. de España

viernes, 9 de octubre de 2015

NOVELAS DEL DESASTRE DE ANNUAL (7): EL DESASTRE DE ANNUAL de RICARDO FERNÁNDEZ DE LA REGUERA y SUSANA MARCH.

FERNÁNDEZ DE LA REGUERA, Ricardo  y  MARCH, Susana: El desastre de Annual (Planeta. Barcelona 1968. 502 páginas; Planeta. Barcelona 1975. Dos tomos de 252 y 503 páginas; Planeta Serie Antología literaria. Barcelona 1985. 440 páginas; Planeta. Barcelona 1999. 449 páginas).

   La profusión de ediciones de esta novela en la editorial Planeta indica que fue uno de los grandes éxitos de la novela española y que continúa vendiéndose y leyéndose. El matrimonio de autores se había propuesto continuar los Episodios de Galdós, que algunos consideran un género, como hicieron otros anteriormente (por ejemplo Francisco Camba), aunque con técnica y visión diferentes.  Toman la empresa donde la dejó Pérez Galdós y en 1963 publican la primera novela de la serie: Héroes de Cuba. La muerte de March impidió que la serie continuara y quedó interrumpida en el primer tomo de La República (1988). En total diez episodios en once novelas. Cuando comenzaron ya eran autores conocidos, leídos y traducidos. Ricardo Fernández de la Reguera nació en Cantabria en 1912 y murió en 2000 era un autor famoso por novelas como Cuando voy a morir (1953), Perdimos el paraíso (1955) o Cuerpo a tierra (1957). Ganador de varios premios fue, además, profesor universitario en Barcelona. Susana March nació en Barcelona en 1918 y murió en esa misma ciudad en 1991. Fue autora de varios libros de poesía desde Rutas (1938) hasta Poemas de la Plaza Real (1987), y de cuatro novelas en solitario.

   En 1968 apareció El Desastre de Annual. Los autores vuelven a poner en actualidad la guerra de Marruecos que permanecía olvidada en la novela, se inicia así la segunda fase del Ciclo de Annual. Es una novela escrita con estilo directo, sin artificios y sin poesía. Cuenta los hechos cronológicamente pero desde varios puntos de vista que se van superponiendo. La inician con un extenso prólogo en el que ponen al lector al corriente de los hechos y añaden una pequeña bibliografía final. Los autores tuvieron, como decimos, el acierto de volver a poner de actualidad el desastre de Annual. Si en los años veinte la literatura sobre Marruecos se dividía entre críticos y patriotas, en 1968 (cuando la censura franquista se abría un poco y los lectores buscaban ya otros puntos de vista) era posible publicar una novela que, aunque a grandes rasgos sigue la doctrina ortodoxa de lo que pasó, ya se permitía algunas críticas. Por ejemplo, el trato al soldado, la deficiencia en la instrucción, material y comida, algunos errores de bulto de los militares a la hora de diseñas y efectuar la campaña, etc.

   La novela comienza con la toma y pérdida de Abarrán, la tragedia de Igueriben y los episodios de Sidi Dris y Afrau. Es decir, con la sucesión de hechos inmediatamente anteriores al abandono de la posición principal. Son descritos con detalle, muy fieles a lo que pasó, imaginando diálogos de mandos y soldados. Tal vez lo peor de la novela es el lenguaje falso de la tropa, coloquial pero sin excesos que hubieran sido normales en el frente (tales como insultos, blasfemias y otras palabras gruesas). El hecho crucial de no haber tomado permanentemente la llamada Loma de los Árboles, que precipitó la caída de Igueriben, se narra de forma creíble. Está claro que la caída de Igueriben precipitó todo lo que vino después y, por eso, los autores se detienen a describir minuciosamente lo acontecido. Empieza a dibujarse la tragedia que se traducirá en las desgracias individuales de miles de soldados, cuya cruda descripción es una de las características de esta novela y uno de los motivos de su éxito. El hambre, la sed, el calos, las enfermedades, la falta de auxilios, el abandono, la desesperación… La retirada continúa hasta dar Drius, Batel y Monte Arruit, con cuya caída termina el relato.  Los autores han podido documentarse bien en la bibliografía de la época, basta con leer el resumen del expediente Picasso publicado por el editor Javier Morata en 193. La huída ciega de los pobres soldados está bien relatada en el libro Annual (1922) de Eduardo Ortega y Gasset, que confesaba haber reproducido las experiencias que le contaron.


Susana March                                            R. Fernández de la Reguera
   Lo distinto de esta novela, frente a otras del mismo ciclo, es que la narración se centra en la vida del soldado en el frente. A través de ellas, porque son varios narradores de tropa, se describen los hechos militares y los sucesos del desastre. Los autores dejan escapar las intencionalidades políticas de la intervención en Marruecos, la posible intervención real, las diferencias entre Silvestre y Berenguer, las responsabilidades de ambos o el error del general Navarro al dejar Dar Drius y resistir en Monte Arruit. Los autores son conscientes de que la dureza de la condición de soldado daba suficiente para mostrar la tragedia y en eso tenían razón porque la crudeza de los episodios descritos han llegado muy bien a los lectores de las sucesivas ediciones. No sabemos si porque no era su intención al escribir la novela, porque no querían ser demasiado críticos con el Ejército o porque la censura les hubiera impedido otra visión. A los autores les interesa solo el punto de vista del soldado en la trinchera, en la posición, en la huida, en el cautiverio…. Son ellos los protagonistas que se relacionan con los mandos y que combaten al moro. No obstante, salvan de la general incompetencia militar a algunos mandos como los tenientes coroneles Primo de Rivera, de la Caballería de Alcántara, o Pérez Ortiz de la Infantería de San Fernando -cuyo libro De Annual a Monte Arruit (1923) es también fuente de la novela-. El soldado de reemplazo, con sus miedos y esperanzas, nos conduce por los caminos rifeños llenando al lector de la terrible angustia del momento. El hombre joven que quiere evitar la muerte que le acecha de manera injusta.


   Pero Fernández de la Reguera y March caen en algunos errores históricos. El episodio del pozo nº 2 no fu un acto de heroísmo sino de cobardía. La conducta del general Navarro tratando de ganar Monte Arruit para que fueran salvados desde Melilla quizás fuera un episodio de incompetencia. Pero los autores creen en el fatalismo, en lo irremediable de la situación: 29 de julio de 1921. El general de brigada don Felipe Navarro y Ceballos-Escalera, Barón de Casa Davalillo, ha entrado en Monte Arruit con 900 hombres. Es un 29 de julio. En Monte Arruit hay ahora 3.000 sobrevivientes de la catástrofe. Y la muerte no se ha detenido. Está allí, delante de ellos, pavorosa e insaciable (página 433). Y con eso se llega a un final amargo que, en definitiva, fue el final amargo de los sucesos de julio de 1921 en el Rif.

   La novela es un buen ejemplo de novela bélica. Los autores volvieron a dar alguna noticias sobre Marruecos en la siguiente novela de la serie: La Dictadura.