martes, 23 de agosto de 2016

LAS NOVELAS DE MALABO (2): EL INFIERNO ESMERALDA de J. FERNANDO ORTEGA MUÑOZ.

ORTEGA MUÑOZ, J. FERNANDO: El infierno esmeralda (Ateneo. Málaga 2010. 172 páginas + 1 hoja. Fotografías).
   Ortega Muñoz fue profesor del Instituto cardenal Cisneros de Santa Isabel (Malabo) desde octubre de 1967 hasta los primeros meses de la independencia. Sus recuerdos los reúne en un libro al que da forma de novela, aunque tenga más de recuerdos que de novela. Los momentos vividos son suficientemente interesantes como para que sean contados. Los testigos presenciales de los días de la independencia de Guinea no abundan y sus relatos ayudan a comprender el momento histórico.

   El autor-protagonista es un profesor de instituto que llega a Santa Isabel (Malabo) en un momento histórico crucial. Es verdad que la Guinea de 1968 no es la de 2010 –fecha de la publicación del libro-, ni es como la actual. Las cosas han cambiado mucho. Pero el autor ha tenido la honradez de no reescribir sus recuerdos de la época y nos presenta la situación, y la manera de entenderla, como lo hicieron los funcionarios españoles a los que se refiere el relato. En eso estriba el valor de la novela. En la descripción de la mentalidad de un puñado de españoles en Guinea que, sin ser colonos arraigados en el país y depender del cambio de destino que se produciría antes o después, asumen los valores de la colonización con convencimiento o ingenuidad y observan los acontecimientos con preocupación y pesimismo.
  La tesis que se transmite, la de los españoles que vivían entonces en la colonia, es que la independencia fue prematura, que el pueblo guineano no estaba preparado para una desvinculación colonial tan rápida, que se eligió a un presidente nefasto y que al poco tiempo el paraíso se convirtió en un infierno. Un infierno, eso sí, para españoles y guineanos y que quedó silenciado –especialmente los hechos más graves- por la censura a que fue sometida la situación.  En esto, como en los libros de Ramón García Domínguez,  el autor muestra una visión especialmente negra. Entiende que los actos contra los españoles fueron de una crueldad alta y que la salida precipitada se debió al terror que originaron.


   Los funcionarios españoles, que vivieron felices y privilegiados, se sienten rehenes del nuevo presidente ante el gobierno español. Sienten miedo al salir a la calle, al hacer su trabajo… El autor se detiene en los discursos de Macías, en su política de desvaríos y en la incapacidad para encabezar un Estado; la novela se convierte en un gran reportaje periodístico de las primeras intervenciones públicas del presidente. Y un recuerdo de la situación tensa y el deterioro de la convivencia en los primeros tiempos. La crisis de las banderas de Bata, el golpe de Atanasio Ndongo, la locura de Macías… La novela se hace más amarga cuando el protagonista, que trata de salir del país con los otros profesores del instituto, comprueba que está en una lista negra por una venganza de ex alumnos. Toda la tensión que falta en los primeros capítulos, se desborda en los últimos a pesar de la parquedad del escritor en la novela. Y se resuelve con emoción.

viernes, 19 de agosto de 2016

LAS NOVELAS DEL MARRUECOS IMAGINADO: LUIS ANTONIO DE VEGA. III – LIBROS DE RELATOS.

VEGA RUBIO, Luis Antonio de:
-         Por el camino de los dromedarios (Patria Hispana. Madrid 1942. 222 páginas + 1 hoja).
-         Yo he sido emperador (Luis de Caralt editor. Barcelona 1943. 224 páginas).
-         Mis amigas eran espías (Luis de Caralt editor. Barcelona 1943. 183 páginas + 1 hoja).
-         Espías sobre el mapa de África (Escélicer. Madrid 1943. 254 páginas + 1 hoja).


   Los libros de relatos encierran posiblemente lo mejor de la narrativa de Luis Antonio de Vega. Es donde el escritor se muestra más imaginativo, más ingenioso y menos pegado a la realidad. En concreto, sus relatos sobre espías resultan todavía amenos y atractivos al lector. A estos relatos el autor los llama reportajes, tal vez porque juega a confundir al lector entre lo real y lo fantasioso, porque aparece como protagonista y porque recorre los confines del Magreb desde el Sahara hasta Túnez. Juega con su papel de periodista en varios periódicos de España y Marruecos, labor en la que destacan algunas crónicas de viajes publicadas en la revista África, como si lo que contaba fuera fruto de su trabajo.

   El primero de estos libros es Por el camino de los dromedarios (1942). Puede ser considerado un libro de viajes por el Atlas. El autor refiere hechos vividos, descripciones de ciudades y caminos y la situación social. Pero añade algunas consideraciones de su Marruecos imaginado. Hasta dónde llega la realidad y dónde empieza su recreación es algo difícil de saber. Algunos de sus capítulos –como Hermano del demonio- los publicaría después como novela breve.

   Un año después publicó Yo he sido emperador, título del primero de los cuentos ambientado en Fez. Una colección de once narraciones que discurren por el Marruecos francés, Túnez, Egipto, Argelia, Mauritania o el Sáhara inventado de leyendas modernas, etc. Tiene pocas incursiones por el Protectorado español: la tercera de las narraciones –Cómo renuncié a ser santo- comienza, antes de marcharse a Mogador, contando algunas anécdotas de Marlene Dietrich y Von Sternberg cuando rodaban Marruecos en las playas de Río Martín. En Una población sin mujeres recrea las incursiones guerreras de El Raisuni por el Fondak de Ain Yedida y R’Gaia.

   Lo mejor de Luis  Antonio de Vega son los relatos recopilados en los dos libros siguientes. Son los cuentos más frescos, más imaginativos y con un sentido del humor suave y elegante. El autor nos quiere presentar, como siempre, un Marruecos imaginado pero más fantástico y extraordinario. Como si el país fuera un inmenso nido de espías, preferentemente femeninas, que convirtieran todo en un laboratorio de informaciones secretas donde se disputaban la primicia agentes de todos los países.
   Mis amigas eran espías, compuesto por siete narraciones, apareció en 1943. Fue un año especialmente bueno para el autor ya que publicó tres libros de relatos africanos. Son historias amables, revestidas de una falsa nostalgia, sobre mujeres relacionadas con los servicios secretos que abundaban en el Protectorado según la imaginación del escritor. No son relatos de intriga bien armada, ni se trata de thrillers lleno de emoción. Pero tampoco son aventuras de novelas de kiosco. Son divagaciones del autor que quiere presentarnos un  mundo misterioso lleno de gabinetes negros, servicios especiales y acciones de las segunda secciones de estado mayor. Por eso, leyendo con distancia, resultan atractivos.

   Y ese mismo año apareció Espías sobre el mapa de África, libro que bien pudiera ser uno solo con el anterior. Es una colección de diez relatos, que no se limitan a Marruecos, sino que se desarrollan en otros países lejanos como Etiopía. El primero de ellos I-K-128 ya se había publicado dos veces con anterioridad, personaje que le sirve para conectar varios de los cuentos. El autor combina sus historias de espías con misterios como la existencia de estranguladores de la India, adoradores de Kali, en Alcazarquivir en un guiño a las novelas de Salgari, o fabula sobre la muerte de Lawrence en Etiopía. Nos lleva a Uazzan en busca de un vampiro inglés o viaja a los oasis con su espía favorita. Las narraciones son más completas que en Mis amigas eran espías, las historias están mejor trazadas y, en general, son más interesantes para el lector. Con todas las características de la escritura de De Vega, salvo su defensa del franquismo, el libro es el mejor ejemplo de país imaginado como el autor recrea el Marruecos colonial.
Luis A. de Vega, dibujo de Julián Nadal


jueves, 11 de agosto de 2016

LAS NOVELAS DEL MARRUECOS IMAGINADO: LUIS ANTONIO DE VEGA. II – NOVELAS CORTAS.

VEGA RUBIO, Luis Antonio de:
-         Fifí en Beni Arós (Prensa Moderna. Los novelistas nº 39. Madrid 1928. 46 páginas + 1 hoja. Ilustraciones de Izquierdo Durán).
-         El dinero de Granada (Prensa Moderna. Los novelistas nº 60. Madrid 1929. 46 páginas + 1 hoja. Ilustraciones de Pedraza).
-         El oasis de Ouad-Serrak (Prensa Moderna. Los novelistas nº 86. Madrid 1939. 47 páginas. Ilustraciones de Máximo Ramos).
-         Tierra del diablo (Los Novelistas (La novela de la guerra). San Sebastián 1939. 32 páginas. Ilustraciones de Nomar).
-         Isla en el mar de arena (Ediciones Españolas. La Novela del sábado nº 17. Madrid 1940. 42 páginas. Ilustraciones de Cobos).
-         Mademoiselle Caracas (Suplemento literario de Vértice. Madrid junio de 1941. 14 páginas).
-         Boda en el oasis (La Novela Actual nº 4. Madrid 1943. 46 páginas).
-         Hermano del demonio (La Novela Corta nº 20. Madrid 1950. 16 páginas. Portada de Julián Nadal).
-         IK-128 (La Novela Corta nº 40. Madrid 1950. 16 páginas. Portada de Julián Nadal).



   De Vega es un narrador al que le iba bien el relato corto. Desarrollaba los argumentos sin las evocaciones de las novelas largas y concentraba en pocas páginas sus imaginativas historias. Dado el gusto de la época por la novela corta y la abundancia de colecciones dedicadas a este género, era fácil para los autores encontrar dónde publicar. Y, además, era una buena manera de obtener dinero. Luis Antonio de Vega comienza su narrativa marroquí con novelas breves, aprovechando la colección Los Novelistas que pertenecía a Prensa Moderna y dirigía Luis Uriarte, escritor, dramaturgo y crítico taurino que ejercía de director de la editorial especializada en publicaciones periódicas.
Ilustración de Durán
   En su primera novela Fifi en Beni Arós (1928), que luego haría novela larga con el título de Los hijos del novio (1946) que es la traducción de Beni Arós, ya descubre su manera de narrar y sus obsesiones literarias y estéticas que le acompañaran en toda su obra. Un exotista con conocimiento del lugar, un apasionado del país pero con la distancia de europeo que convive sin mezclarse, un imitador de Pierre Loti: Era en aquel momento un Loti de España, pero un Loti mucho más chiquito de lo que yo me había imaginado al poner las suelas de mis babuchas en los umbrales de aquella casa mora (página 21). Suponemos que en 1928 este tipo de relato exotista que abría los ojos del lector español al Marruecos de protectorado, era una novedad y resultaba más interesante que hoy. Las descripciones son propias de quien quiere hacer conocer el país desconocido al lector normal. Y el argumento, una consabida historia de amor entre razas, con la singularidad de que la mora es hija de francés y se debate entre las dos culturas. Como señala Manuela Marín en su magnífico libro Testigos coloniales: españoles en Marruecos (1860-1956) (Barcelona 2015), los libros con este tema argumental tiene un recorrido similar. Dice Marín: …la posibilidad de una relación amorosa entre un cristiano y una musulmana se rodea de peligros y amenazas que, conforme avanza el proceso colonial, se concretan en la diferencia insalvable entre culturas y religiones… (página 314).
Dibujo de Pedraza
   Con El dinero de Granada (1929) pasa algo similar a lo de su anterior novela corta, porque se trata del comienzo de la novela larga L’Busbir (1931) que luego llamaría El barrio de las bocas pintadas (1954) . Peculiar visión de la mujer musulmana marroquí y del papel de los burdeles.
   La tercera aportación de Luis A. de Vega a Los Novelistas se produjo diez años más tarde. El oasis de Ouad-Serrak es un relato descriptivo, con poca acción, en la que el autor imagina la vida en un oasis sahariano y se detiene en la vida de las ouled nails, las prostitutas que constituyen uno de los ejes de su obra, de los aissauas presentados como bárbaros creyentes, del mercado de esclavas… Un repaso turístico por lo imaginario –algo hay de realidad- según el modo que el autor tenía de acercarse al país. La colección seguía con su formato habitual aunque había otra colección con el mismo nombre dedicada a la guerra civil, dirigida por José Simón Valdivieso en la que Luis A. de Vega publicó Tierra del diablo en 1939, cuento que aprovecharía después en sus libros sobre espías.
Ilustración de Ramos
Ilustración de Nomar
   El ambiente exótico de los imaginarios oasis saharianos le sirvió para algunas publicaciones más. Una de ellas es una novela que le atribuyo aunque aparece en la portada el nombre de José Antonio de Vega: Isla en el mar de arena (1940). ¿Fue una errata de imprenta? Posiblemente. Porque es una reescritura de El oasis de Ouak-Serrak. Y volvió con el tema en la novela Boda en el oasis (1941) publicada en la colección La Novela Actual, que él mismo dirigía y que estaba vinculada a la editorial Escélicer próxima a Pemán. Es un relato folklórico de una boda musulmana, una larga descripción de un rito que termina en tragedia, en delito. El exotismo es el costumbrismo de los extranjeros. La visión del viajero, del turista, con el debido distanciamiento. Relatos en lo que lo real, lo inventado y lo interpretado tienen el mismo valor. De Vega conocía bien Marruecos y sus costumbres, pero no era un marroquí musulmán sino un colono europeo. Era un ejemplo de literatura colonial, la narración de los hechos desde fuera de la sociedad que los protagoniza.
Ilustración de Cobos

   Las últimas novelas cortas de tema marroquí que publicó Luis Antonio de Vega aparecieron en la colección La Novela Corta que fundó y dirigió la escritora Ángeles Villarta. No era una colección especialmente cuidada por la mala calidad del papel y de la impresión de las portadas, no estaba ilustrada en el interior y tenía una letra muy pequeña, pero es posible que fuera debido a las estrecheces de la posguerra; sin embargo, colaboraban escritores importantes como Pío Baroja, Fernández Flórez, Pemán, etc. Las dos de De Vega relativas a Marruecos son de 1950: Hermano del demonio y IK-128. Y, como solía ser habitual, se trata de dos relatos que ya había publicado anteriormente en alguno de sus libros. En concreto, IK-128 es la misma Madamoiselle Caracas publicada por tercera vez, tras su aparición en Espías sobre el mapa de África. Con el título de Mademoiselle Caracas apareció en el suplemento literario de la revista falangista Vértice en junio de 1941. Y con Hermano del demonio (que ya publicó en Por el camino de los dromedarios) vuelve a los oasis saharianos, a las oued nails y la trata que eran temas del gusto estético y narrativo del autor.



viernes, 5 de agosto de 2016

LAS NOVELAS DEL MARRUECOS IMAGINADO: LUIS ANTONIO DE VEGA. I – NOVELAS LARGAS.

VEGA RUBIO, Luis Antonio de:
-          L’Busbir. El pozo de los besos (Prensa Moderna. Madrid 1931. 238 páginas).
-          Como las algas muertas (Editorial Española S.A. San Sebastián 1938. 238 páginas).
-          Sirena de pólvora (Biblioteca Patria. Córdoba sa ¿1941? 178 páginas).
-          Los que no descienden de Eva (Ediciones Patria. Madrid 1941. 230 páginas + 1 hoja; Ediciones Patria Hispana. Madrid 1941 2ª edición. 228 páginas; Colección Las Gemelas. Madrid 1956. 179 páginas).
-          Amor entró en la judería (Espasa-Calpe. Madrid 1944. 204 páginas + 1 hoja).
-          La disparatada vida de Elisabeth (Afrodisio Aguado. Madrid 1944. 153 páginas + 2 hojas).
-          Los hijos del novio (Dirección General de Marruecos y Colonias. Publicaciones África. Madrid 1946. 246 páginas. Ilustraciones de Julián Nadal).
-          Yo robé el arca de Noé (Escélicer. Madrid 1950. 218 páginas).
-          Yo le di mis ojos (Editorial Tesoro. Madrid 1952. 226 páginas).
-          El barrio de las bocas pintadas (Luis de Caralt editor. Barcelona 1954. 200 páginas y 2 hojas).




   Luis Antonio de Vega Rubio fue un escritor singular. Nació en Bilbao en 1900 y murió en Madrid en 1977. Fue maestro y periodista que comenzó como redactor de diarios de su ciudad natal El Nervión y El Pueblo Vasco. Como enseñante fue destinado a Tetuán en 1926 y allí descubre su universo particular, el mundo marroquí bajo protectorado. Al comenzar la Guerra Civil toma partido por los franquistas. Fue a Burgos a la oficina de Prensa, a Roma como corresponsal de Informaciones y acabó en San Sebastián como redactor jefe de la revista Domingo, en la que escribía asiduamente. Su actividad como novelista comienza con novelas de ambiente vasco: Las milloneras (1925), Pirineo romántico (1929), La casa de las rosas amarillas (1943) y Chiquita de Bilbao (1944). Otras novelas son La tragedia de las Hurdes (1922), María de las Hurdes (1950, Elvira recibe una carta (1952), El crimen inútil (1953), El amor de la sota de espadas (1955),

   Es autor también de las biografías Frascuelo (1932), Almanzor (1946), Amilcar Barca fundador de España (1960) y San Juan de la Cruz (1961). Como especialista en gastronomía escribió la Guía vinícola de España (1958), Guía gastronómica de España (1959), Viajes por las cocinas de España (1960). Algunos ensayos como Nosotros los Vascos (1962) o Nosotros, los flamencos (1965).
   Además publicó los libros de poesía Timonel (1925) Romancero colonial (1934) y Luna morena (1950). La poesía de Luis A. de Vega es facilona, a veces ripiosa, de versos simples y sonoros a la manera de Fernando Villalón pero sin mucho acierto. Quiso dar lirismo a su ideología colonial.  Camino de Ksar el Kebir es un poema del libro Luna Morena, dice así en una estrofa:
Antes que Silvestre llegue
con los marinos de España,
quiere la luna marrueca
entrar en la casa del bacha,
pregonar en las mezquitas
pregonar la guerra santa,
dar a los moritos moros
el caballo y la espingarda,
ser alarido en el cielo
y el grito azul en el agua.


   La llegada de Luis A. de Vega a Tetuán debió ser una experiencia cautivadora que marcó la manera de ser del escritor y su estética literaria. Fue a dirigir las escuelas Árabes de Larache y, más tarde Tetuán. Se familiarizó con el ambiente, asumió la doctrina colonial sin problemas morales, construyó una sociedad ideal de dos mundos superpuestos, pero fue capaz de aprender árabe y hablar con los habitantes del país en su propio idioma. Marruecos era un mundo fácil para el funcionario colonial: mejor pagado que en la península, más considerado y con un acceso fácil a placeres mundanos. La vocación literaria del autor se va a volcar en un universo fascinante y, a la vez, falseado. Vega inventa un Marruecos inexistente, tal vez idealizado, imaginado en el que las razas y religiones convivían en una jerarquía sin conflictos, donde el misterio aventurero era posible y lo mágico era un elemento más del mundo real. Imaginado porque la convivencia subordinada sin conflictos no era verdadera, porque el paternalismo colonialista del autor no era justo y porque la autoridad moral de la civilización española sólo se sostenía por la fuerza del poder impuesto. El autor es aficionado a los ambientes de burdel, al fetichismo israelita, al folklore árabe, a la vida perdida de los aduares remotos y los oasis inencontrables. Pero sus ambientes novelescos son falsos; unas veces exotistas; otras pura fantasía. Algunas veces como imágenes disimuladas de realidades que quiere enmascarar. El novelista crea un lugar imaginado sobre el paisaje real. Cuando Marruecos alcanzó la independencia, De Vega no volvió a escribir novelas.    Es un escritor desigual. Ameno, divertido en mucha ocasiones, ocurrente, con facilidad para entretener.

   Después de dedicar dos novelas breves a Marruecos, en 1931 publica L’Busbir, título que hace referencia a la famosa ciudadela prostibularia de Casablanca. Es habitual que De Vega escriba en primera persona, le gustaba simular ser el protagonista de aventuras y amoríos por las tierras de Marruecos. Siempre hace alusiones a las ciudades que conoció bien, o en la que vivió, sobre todo Tetuán y Larache aunque también otras como Xauen, Alcazarquivir o Río Martín. L’Busbir comienza como un canto a la vida de la mujer musulmana. Es característica del escritor exotista imaginar un erotismo fácil y placentero en la mujer de las colonias. De Vega no escapa a esta fascinación, se deja llevar por ella y llega a una conclusión fácil: los hombres árabes son brutos con sus mujeres, las maltratan, no las respetan ni las halagan. La novela parece justificar la huida de la protagonista al burdel como una forma de liberación. La misoginia del autor, presente en muchos de sus relatos, toma aquí esa forma. Es moderado; nos narra los bailes y las músicas. Su erotismo, incluso su manera de escribir esta novela, recuerda a Isaac Muñoz sin la carga trágica y perversa de éste. El argumento es leve, apenas una excusa para las evocaciones. La volvería a publicar en 1954 pero con el título de El barrio de las bocas pintadas. Seguramente en 1931 fue una manera distinta de escribir sobre el Protectorado. Años después, cuando el autor ya era más famoso y se le abrieron las puertas de editoriales importantes, volvió a publicar esta novela pero cambiándola de título. Por esta época, el periodista César González Ruano le dedicó un artículo en Heraldo de Madrid titulado Sobre el enmorecido vizcaíno Luis Antonio de Vega. En enero de 1934, Ruano fue enviado por ABC al sur de Marruecos para buscar posibles cautivos españoles tras el desastre de Annual (crónicas que se recogieron y publicaron en 1996 por la Fundación Mapfrecon prólogo de Carlos G. Santa Cecilia), y De Vega le hizo de traductor. Por la personalidad de ambos, es posible que visitaran el Busbir y que esas experiencias sirvieran para escritos posteriores de Luis A. de Vega y de González Ruano (en concreto la novela Circe).

   La Guerra Civil, en la que De Vega fue un ferviente partidario de los sublevados, le sirvió para ambientar dos novelas donde la relación con Marruecos es importante. En plena contienda -1938- publicó Como las algas muertas. En ésta, la hermana del protagonista llega a Marruecos y se deja invadir por el sentimiento del propio autor hacia el país: Marruecos la saturaba con su gracia, afinaba sus perfiles mientras adquiría ese sentir poético que confieren las ciudades moras, ese deseo confuso de ser flor y no ave, la capacidad para el ensueño (página 64).  Lo que denominaba el mal de Marruecos y describía un tanto ampuloso: … ese dulce mal que, si a nadie mata, deja encadenado el espíritu a los mástiles de las banderas verdes (página 65). El protagonista –aviador militar- se deja atrapar por ese Marruecos ficticio de sensaciones nuevas y buenas. Viaja a Ifni recién ocupado, conoce el territorio. Pero al estallar la guerra se pone al lado de Franco y vuelve a España para participar en ella. Si esta novela es un canto a los militares españoles africanistas que combatieron para Franco, la siguiente es un homenaje a los moros que vinieron de Marruecos en el mismo bando. Sirena de pólvora es otra novela de Guerra Civil en la que el protagonista musulmán muere heroicamente en el combate peninsular.


   En 1941 había publicado una curiosa novela Los que no descienden de Eva. Aprovechando el mito platónico de la Atlántida, tan del gusto colonial, elabora una crítica ácida hacia el nacionalismo vencido en la Guerra Civil. Es una novela original, la de más intención política del autor.

   En 1944 publicó una novela histórica: Amor entró en la judería. Historia de judíos, de los españoles de Prim en el Tetuán de 1860, de los primeros asentamientos hispanos en el país. Evocaciones nostálgicas. Descripciones de lo que pudo haber sido.

   En 1946 retoma el argumento de la novela breve Fifí en Beni Arós para extenderlo hasta darle forma de novela larga con el título de Los hijos del novio. Con ésta obtuvo el premio África del año anterior, premio con el que se reconocía a los africanistas ortodoxos.  Su visión paternalista, a veces ingenua, pero supremacista del colono en Marruecos se concreta en las descripciones folklóricas y costumbristas. Al autor le gustaba vivir en un mundo distinto, antiguo, atrasado en el que él podía gozar de una posición más elevada. Un África que nosotros habíamos encontrado cubierta de harapos en el campo duro, en la montaña esquinada de flacas reses y, en las noches, levemente sacudida por el paso taimado de las hienas; un África sometida a la voracidad de las langostas, con su poesía y su profecía, pero que no era el África fastuosa de los leones, de los elefantes, de los príncipes negros, de las princesas oscuras, de la goma y la esmeralda y la carrera rápida de los avestruces (página 23). Pero, admitiendo ese orden de valores, que ama, se siente a gusto, contempla con ojos curiosos y disfruta de su vida. La novela transcurre como un viaje pintoresco por el Protectorado español. Es el más aburrido De Vega. La historia de amor interracial, muy usada en la novela colonial, quedaba mejor como novela corta. Los elementos nuevos no le bastan al autor para mejorar el primer texto.


   Luis Antonio de Vega también escribió otras novelas de ambiente africano colonial aunque no se desarrollen en el Marruecos español. Siempre hay alguna referencia a sus ciudades queridas: Tetuán, Larache, Alcazarquivir…. La primera de ellas es La disparatad vida de Elisabeth (1941), una sátira irónica sobre las aventuras de Isabelle (Elisabeth) Eberhardt en Argelia y Túnez. Novela de tono humorístico, pero de trasfondo misógino, dedicada a desmitificar a la famosa viajera.

   En Yo robé el arca de Noé (1950) viaja a Egipto y sucede el segundo diluvio universal. En Yo de di mis ojos (1952) se traslada a Argelia para narrar las peripecias de un  mozabita en la ciudad de Argel. Tal vez en estas dos demuestra una mayor capacidad narrativa y una mejor estructura novelística.



  Luis Antonio de Vega es ya un escritor olvidado, arrinconado en el polvo de las bibliotecas. No fue una primera figura literaria, pero era un escritor ameno, con sentido del humor, fantasioso y creador de ambientes imaginados con materiales reales. No nos habla de guerras del Rif, de blocaos, de heroísmos y recompensas. Su originalidad estriba de mostrar los aspectos civiles de la sociedad colonial. Su visión anticuada de las relaciones coloniales y su concepto político de dominación en África lo colocan fuera del interés actual. Su recreación personal de las situaciones, más imaginadas que coincidentes con lo que pasaba, no sirve de mucho para interpretar la vida cotidiana. Pero creo que es un  escritor imprescindible para la literatura colonial española.